Uno de los primeros síntomas de un posible cambio de rutas se produjo el 31 de marzo, cuando una lancha neumática con 22 refugiados y migrantes a bordo atravesó el mar Jónico y llegó en Apulia (sureste de Italia).
La prensa italiana afirmó que el bote había salido de la isla griega de Corfú, extremo que los guardacostas helenos no confirman.
"No creo que partieran de Corfú", dijo a Efe una fuente de los guardacostas de la isla y añadió que
cuando se intercepta alguna embarcación que ha emitido una señal de emergencia, los migrantes suelen decir, a instancia de los traficantes, que partieron de Corfú.
Según la misma fuente,
el grupo de los 22 refugiados utilizó la misma ruta que los inmigrantes económicos utilizaban antes del estallido de la actual crisis.
"Los inmigrantes viajaban con camionetas de los traficantes hasta las costas de Grecia occidental, donde
los esperaban las lanchas que los trasladaban a Italia", precisó.
El portavoz del alcalde de Igumenitsa -un puerto importante de Grecia occidental frente a Corfú-, Yorgos Danis, aseguró a Efe que esta ruta no tendrá éxito, pues
"los controles frecuentes de la policía en las carreteras impiden a los refugiados y los migrantes llegar al puerto".
Antes del estallido de la crisis de refugiados
centenares de inmigrantes indocumentados esperaban durante meses la ocasión de que un camionero aceptara llevarlos a Italia.
Cinco días antes del episodio italiano la policía albanesa detuvo a
seis refugiados sirios y un traficante albanés, cerca de la frontera con Grecia.
Los sirios dijeron a la policía que habían pagado 300 euros cada uno al traficante por ayudarles a cruzar la frontera y servirles de guía en territorio albanés.
El 15 de marzo la policía detuvo al presidente del club aeronáutico de Mesolongi (Grecia occidental) y al exalcalde de la ciudad junto a tres pilotos y dos traficantes iraquíes por intento de trasladar a Italia en avión a siete iraquíes.
Según el acta de acusación, el presidente del club aeronáutico y los tres pilotos habían efectuado desde noviembre pasado 12 viajes a Italia y habían cobrado entre 5.000 y 7.000 euros por persona.
"Los traficantes intentan aprovechar sobre todo el periodo de turismo, cuando aumentan mucho las llegadas y las partidas y el control de los pasajeros se hace difícil", explicó una fuente de la policía de Corfú.
Lo que por ahora parece limitarse a casos puntuales,
podría cambiar si los más de 53.000 migrantes y refugiados atrapados en estos momentos en Grecia no ven una salida a su problema.
En las redes sociales árabes proliferan rumores sobre la apertura de las fronteras y se ofrecen rutas alternativas desde Grecia a Italia, pasando por Albania.
No es casualidad que los casi 11.269 refugiados que, según los datos oficiales, había esta mañana en el campo fronterizo de Idomeni y los
4.720 que permanecían en el puerto del Pireo se nieguen a ser trasladados a centros organizados.
Muchos temen que desde allí no podrán acceder a los traficantes o no estarán "cerca de la noticia" cuando abran las fronteras, una esperanza que muchos siguen albergando, pese a que desde la isla de Lesbos se produjeron este lunes las primeras deportaciones a Turquía.
Por ahora, el proceso de devolución a Turquía ha quedado suspendido, al menos hasta el viernes, ante la avalancha de solicitudes de asilo que se han registrado en las islas, muchas de las cuales provienen de personas que estaban incluidas en las listas de deportación.
Mientras tanto, el puerto de Quíos, una de las principales puertas de entrada desde Turquía queda a partir de hoy dividido en dos, una zona para refugiados y otra para el tráfico marítimo.
Las autoridades han decidido erigir una valla de separación después de que unos
250 refugiados huidos del campo de detención local se fugaran el pasado viernes y se instalaran en el puerto, bloqueando con ello toda actividad portuaria.