Los tiempos han cambiado. A nadie le gusta que le llamen racista, la palabra está maldita y es un estigma social. Los miedos son otros y se visten a la moda. Mientras el sur entierra la bandera confederada, Donald Trump habla de vetar la entrada a los musulmanes y construir un gran muro en la frontera para que no entren los "violadores, traficantes y criminales" que México "envía" a EE UU. Pero de ahí a ponerse el capirucho del Ku Klux Klan hay medio siglo de distancia.

Hasta David Duke lo entiende así. El fundador del Klan en Louisiana se describe como un "realista racial" y defiende su derecho a "proteger" su propia herencia como un derecho fundamental de la raza humana. Ya no es el Gran Dragón que fue en los años 70 y ni siquiera pertenece al KKK. Desde 1980 milita en las filas de la organización que él mismo creó bajo el nombre de Asociación Nacional para el Avance de la Gente Blanca. Renovarse o morir.

En estas elecciones Duke, como muchos de sus seguidores, votará por Trump, y así se lo ha hecho saber a la audiencia de su programa radiofónico en vísperas del Supermartes, cuando estados como Alabama, Mississippi y Tennessee pueden decidir la partida, aunque el Partido Republicano todavía no se resigne a coronar a una irreverente estrella de reality show como su candidato presidencial. Para Duke, "votar contra Trump a estas alturas es traicionar tu herencia", advirtió a sus seguidores la semana pasada.

Cuando los medios de comunicación le tiraron de la lengua a Trump para que condenase el apoyo del diablo, se hizo el sueco. "Yo no sé nada de David Duke, no sé nada de lo que me estás hablando de supremacismo blanco o supremacistas blancos".

El magnate neoyorquino cuyo padre fue arrestado en 1927 por disturbios en una manifestación del Ku Klux Klan sabía perfectamente quién era Duke, pero tenía buenas razones para no ofender a sus seguidores, por mucho que luego haya terminado por rechazarle ante el rechazo que ha encontrado. Una encuesta nacional encargada por 'The Economist' indicaba ya en enero que el 20% de los seguidores de Trump ni siquiera están de acuerdo con la liberación de los esclavos sureños.

Cuando los votantes republicanos de Carolina del Sur se acercaron a las urnas hace diez días las empresas de sondeos registraron que el 75% de los que votaron por él aprueban su idea de vetar la entrada al país a todos los musulmanes. Y cuando mañana salgan a la luz las encuestas a pie de urna que se realicen en los estados del sur, algunos pueden encontrarse incómodamente identificados con un candidato que, en estados como Minnesota, pide a través de llamadas robot que no se vote "por un cubano".

Cualquiera de los dos republicanos que aspiran a hacerle sombra en esta batalla electoral por la nominación del partido conservador es de ascendencia cubanoamericana, pero nadie espera que hoy se conviertan en los vencedores de este Supermartes. Cuando los votantes de los once estados que hablan hoy en la contienda se hayan pronunciado, lo más probable es que el senador Rubio no se haya apuntado ninguna victoria y Ted Cruz se sienta afortunado si puede anotarse la del suyo, Texas.Clinton, a la espera

Según una encuesta nacional hecha pública ayer por la CNN, Trump será el nominado republicano y se enfrentará a Hillary Clinton en noviembre. A la ex primera dama de Arkansas le ha funcionado el cortafuegos con el que contaba en el sur para parar al independiente Bernie Sanders, que  esperará los resultados en su Estado de Vermont, el único con el que puede contar con seguridad. Tiene esperanzas en otros como Oklahoma, Minnesota e incluso Massachusetts, pero nada de eso podrá hacerle sombra a Clinton, que avanza con paso firme a la nominación en la cuenta de delegados y superdelegados que se acumulan Estado por Estado.