​Los asilados hunden la popularidad de Merkel

La mitad de los alemanes prefiere que la canciller no vuelva a presentarse a las elecciones, mientras las opciones de ultraderecha escalan posiciones.

La canciller alemana, Angela Merkel.
La canciller alemana, Angela Merkel.
Afp

La crisis de los refugiados y la masiva e incesante llegada a Alemania desde este verano de miles de peticionarios de asilo a diario está pasando factura a la canciller federal, Angela Merkel. Su empeño en defender una política de generosa acogida le depara problemas en sus propias filas, donde aumentan las voces críticas que exigen un límite máximo, a la vez que le hacer perder prestigio entre sus ciudadanos. Cuando acaba de cumplir una década en el poder, Merkel se encuentra en el momento más bajo de popularidad de su "regencia".


El dominical germano 'Bild am Sonntag' revelaba ayer que la mayoría de los alemanes no quiere que vuelva a presentarse a unas elecciones. Casi la mitad de los ciudadanos (un 48%) rechaza una legislatura más de Angela Merkel, mientras un 44% la defiende, según un sondeo del instituto demoscópico Emnid publicado por el citado rotativo. La misma encuesta revela que el 47% de los alemanes está en desacuerdo con la gestión de la crisis de los refugiados por parte de la canciller y que sólo cuatro de cada diez alemanes consideran correcta su manera de actuar.


Este es también el motivo del repentino auge del polémico partido Alternativa para Alemania (AfD), al que varias encuestas sitúan en las últimas semanas como tercera fuerza política del país a nivel nacional por detrás de la Unión de cristianodemócratas y socialcristianos bávaros (CDU/CSU) y los socialdemócratas (SPD), pero por primera vez por delante de partidos como Los Verdes, La Izquierda y el Partido Liberal (FDP).


Formación euroescéptica, populista de derechas y de tendencias xenófobas, la Alternativa para Alemania se ha abierto espacio a la derecha de la Unión en el espectro político, algo que intranquiliza a los conservadores de Merkel. Durante su congreso federal celebrado este fin de semana en Hanover, la AfD acordó defender un endurecimiento radical del derecho de asilo en Alemania. El líder regional en la Baja Sajonia de dicho partido, Armin Paul Hampel, desató un fuerte debate y las críticas de otros partidos al proponer incluso la introducción un servicio militar obligatorio para los hombres refugiados iraquíes y sirios entre 18 y 45 años y enviarlos a luchar contra Estado Islámico, así como la intervención directa de tropas de tierra de la Alianza Atlántica para la creación de zonas de seguridad en Iraq y Siria.


Dirigida desde este verano por la empresaria alemana Frauke Petry, la Alternativa por Alemania coquetea abiertamente con movimientos ultraconservadores, nacionalistas e incluso racistas como los Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (Pegida), que se manifiesta todos los lunes en la ciudad germano oriental de Dresde para, entre otras cosas, criticar la acogida de refugiados, sobre todo si profesan la religión musulmana.Contrato para la integración


Motivada quizás por las críticas y temores de un sector de la población, la Unión Cristianodemócrata de Merkel prepara un proyecto de ley para plantear a los refugiados y migrantes que acoge Alemania un contrato vinculante para su integración. Julia Klöckner, vicepresidenta de la CDU, presentará a mediados de diciembre una iniciativa en ese sentido durante el congreso ordinario de los cristianodemócratas. La propuesta contempla que refugiados y migrantes se comprometan por escrito a reconocer, entre otras cosas, la igualdad del hombre y la mujer y la primacía de la legislación alemana sobre la sharía, la ley islámica. No se aceptará tampoco la discriminación de la mujer, los homosexuales o los fieles de otras confesiones.


La propuesta exige incluso que reconozcan el derecho a la existencia del Estado de Israel. En el caso de que se atente contra esa serie de deberes de la integración, las autoridades podrán recortar las prestaciones sociales e incluso modificar el estatus de acogida, con la expulsión del país como medida extrema. A la hora de conseguir la integración de quienes llegan a Alemania desde fuera "no podemos fiarnos de la voluntariedad o la casualidad, sino que hay que establecer legalmente unos derechos y deberes", dijo la vicepresidenta de la CDU.

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