​Obama dejará la guerra de Afganistán a su sucesor

Anunció una nueva prolongación de la misión militar, que contempla mantener a 5.500 soldados al final de su mandato, en enero de 2017.

Barack Obama.
Barack Obama.
Reuters

Barack Obama llegó a la Casa Blanca con la promesa de acabar con dos guerras que ya en 2008 hastiaban a los estadounidenses. Para ponerles fin tomó la controvertida decisión de autorizar una escalada de tropas en Afganistán, tal como hizo George W. Bush en Iraq, pero ni una ni la otra dio resultados duraderos. Tan pronto como los soldados estadounidenses se retiraron y el enemigo volvió al ataque, ni el ejército iraquí ni el afgano pudieron o quisieron defender su país. El presidente anunció a su nación la cruda realidad: dejará el legado de la guerra a su sucesor, que se encontrará 5.500 tropas en Afganistán.


"No soy partidario de las guerras interminables y me he opuesto repetidamente a meternos en conflictos militares con un final abierto que no sirven a nuestros intereses fundamentales de seguridad", recordó. "Sin embargo, dado lo que está en juego en Afganistán y la oportunidad de un aliado estable y comprometido con el que podamos asociarnos para prevenir futuras emergencias o amenazas, y el hecho de que tenemos una coalición internacional, estoy firmemente convencido de que debemos hacer este esfuerzo extraordinario".


No debió de ser una decisión fácil para el hombre que ganó el Premio Nobel de la Paz sólo por prometer que acabaría con esas guerras. Obama intentó quitarle hierro a la decisión al negar, a pregunta expresa, que se sienta "decepcionado", aseguró. "Esta no es la primera vez que tenemos que hacer ajustes ni probablemente sea la última".


Su secretario de Defensa, Ashton Carter, añadió después que simplemente "estamos estimando lo mejor que podemos" el número de fuerzas que quedarán allí para poder planificar destinos y presupuestos, pero a partir de diciembre de 2016 "le tocará decidir al futuro presidente".


El Gobierno de Obama, que en diciembre pasado dio por finalizados los combates al transferir la seguridad al Gobierno de Hamid Karzai, sostiene que su decisión "no cambia la naturaleza de la misión", que "no es de combate". A lo que Carter añadió después desde el Pentágono, "en el día a día".


Obama presumió de que, "por supuesto", a pesar del "ajuste" en sus planes, "en comparación a las cien mil tropas que un día tuvimos en Afganistán hoy quedan menos de diez mil". Las 9.800 tropas que seguirán en el país hasta final del año que viene son las mismas que hace dos semanas bombardearon el único hospital de Médicos Sin Fronteras en la zona y estarán involucradas en "misiones de contraterrorismo", además de apoyar a las fuerzas afganas "en situaciones extremas". Esas dos excusas, junto a la de proteger a sus propias fuerzas sobre el terreno, permitirán continuar todo tipo de acciones militares y bombardeos, mientras Obama afirma que "la misión de combate de EE UU terminó responsablemente en diciembre pasado" y ahora se dedican sólo a entrenar y asesorar a las fuerzas afganas.


A diferencia de Iraq, el mandatario dice estar "animado" por la disposición del Gobierno de Mohammed Ashraf Ghani, "que seriamente intenta proporcionar seguridad y la perspectiva de una vida mejor al pueblo afgano", dijo Obama. El jefe del Pentágono recordó que durante su visita a Washington, Ghani fue al cementerio de Arlington a ofrecer sus respetos a los soldados estadounidenses que han perdido la vida defendiendo a su país. "Un gesto muy importante", observó. "Con el de hoy nosotros le estamos diciendo: Estamos contigo, te apoyamos, no vamos a dejar perder las ganancias que tanto nos han costado".


Si Obama intentaba minimizar el decisivo anuncio de dejar la Casa Blanca sin haberse traído las tropas a casa, Carter es un guerrero al que no le pesa tanto la guerra si tiene una buena excusa: "Haremos lo que sea necesario para proteger a nuestro país y asegurarnos de que Afganistán no vuelve a convertirse en una plataforma para el terrorismo", prometió.


Detrás de los discursos y las buenas palabras queda el desmayo de las muchas familias que verán a sus seres queridos volver a Afganistán para nutrir ese contingente. "Comprended que este un escenario muy diferente que el de estar activamente involucrados en combate", les pidió el presidente, sin convencer a nadie. "Aquí tenemos claridad en la misión y un socio que quiere trabajar con nosotros".


Como prueba recordó que en 2010 cerca de 500 estadounidenses murieron en ese país, mientras que el año pasado sólo 25. Con la distancia de las guerras quirúrgicas EE UU se lleva a casa menos féretros, pero deja cada vez más "víctimas colaterales". Catorce años después de que George W. Bush ordenase la invasión de Afganistán para dar caza a Osama Bin Laden y arrebatar el poder a los talibanes, estos han extendido sus tentáculos a más partes del país que nunca desde ese 2001, según un informe de Naciones Unidas, que en las últimas dos semanas se ha visto forzada a evacuar cuatro de sus 13 oficinas provinciales en el país por motivos de seguridad.

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