Copiones olímpicos

El comité organizador de los Juegos de Tokio retira su logotipo por su parecido al emblema del teatro de Lieja y organiza un nuevo concurso

El polémico logo.
El Gobierno de Japón defiende su diseño del logo para los Juegos Olímpicos de 2020
Efe

Las musas le jugaron una mala pasada a Kenjiro Sano. Guiaron al grafista japonés por unos caminos desconocidos e insospechados, hasta llevarle desde su Tokio natal hasta Lieja, en Bélgica. Fue un viaje a ritmo de tecleo y de búsquedas por la red para intentar encontrar algo que hiciera prender la chispa de la inspiración y apareciera ese momento en el que los artistas ven la luz dentro de la nebulosa. Pero cuando el cielo se abrió, las camenas le dirigieron hacia el teatro de la ciudad valona y Sano picó. Vio las fotografías del espacio artístico y su emblema y decidió construir el logotipo de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 a partir de ese momento de inspiración.


Pero ese arrebato lo interpretó Olivier Debie como un claro caso de plagio. El creador belga denunció a su colega por copión y cientos de internautas japoneses comenzaron a hacer investigaciones sobre si Sano era culpable o no. Las similitudes son obvias, p.ero lo que aclaró la polémica fue la implicación de MR_Design -sociedad en la que trabaja el diseñador- en la copia de imágenes para una campaña publicitaria de Suntory, una cervecera del país nipón. Las críticas arreciaron y Sano decidió retirar sus logotipos de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos.


"La situación se había vuelto difícil de entender para los ciudadanos", indicó Toshiro Muto, director general del comité organizador tokiota.


Sano reconoció ante los responsables de los Juegos que se había "inspirado" en fotografías y perdió todo el apoyo que se le había otorgado has ta el momento. "Como muestra de responsabilidad, solicitó la retirada del logotipo", añadió Muto, que quiso separar la retirada del emblema con la demanda presentada en Bélgica. El 22 de septiembre un tribunal de Lieja decidirá si ha habido copia o no.


Mientras el comité organizador de los Juegos decide las bases de un nuevo concurso para el emblema, Tokio 2020 usa la flor de crisantemo como símbolo de una ciudad olímpica a la que no le faltan los sobresaltos. Después de salir elegida en la votación que se produjo en Buenos Aires -donde superó a Estambul y Madrid-, tuvo que deshacerse de su proyecto estrella: el estadio olímpico. El Gobierno japonés decidió que el proyecto que vendió en la pelea olímpica no valía, que había que hacerlo de nuevo. El motivo era el elevado coste del lugar por donde pasarán los mejores atletas del mundo. La factura ascendía, en un principio, a 162.000 millones de yenes (unos 1.197 millones de euros).


Los japoneses criticaron el excesivo precio del recinto; pero su estupor se convirtió en enfado monumental cuando se aclaró el precio definitivo: 252.000 millones de yenes. Es decir, unos 1.861 millones de euros. Una pasta que el contribuyente asiático se ha negado a asumir con numerosas protestas y que ha obligado a abrir un nuevo concurso. Eso sí. A pesar de los retrasos, los Juegos Olímpicos tendrán su estadio emblemático a tiempo.

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