Las protestas poco concurridas en Brasil dan una tregua a la presidenta Dilma Rousseff

Estas marchas reúnen a 200.000 personas, una cifra menor que la de protestas anteriores.

Manifestaciones en Brasil.
Las protestas poco concurridas en Brasil dan una tregua a la presidenta Dilma Rousseff
Efe

A pesar de haber sido multitudinarias y muy críticas, las manifestaciones realizadas este domingo en las principales ciudades de Brasil podrían abrir una tregua para la presidenta Dilma Rousseff. Con una participación menor a la esperada en Brasilia, Río de Janeiro o Belo Horizonte -unas 137.000 personas en total según la policía y 225.000 según los organizadores-, y un objetivo más difuso que en anteriores protestas, los brasileños marcharon en nueve estados y en el distrito federal pidiendo "Fuera Dilma", pero también reclamaron contra otros dirigentes políticos y contra la corrupción en general.


Convocados por el Movimiento Brasil Libre, Vem para Rua y Revoltados on line, los manifestantes se agolparon en grupos menos numerosos que los que lograron en marzo y abril de este año, cuando movilizaron a dos millones y a 700.000 personas respectivamente en todo el país. El sábado, la víspera de las protestas, ya se mostraba una menor adhesión en las redes sociales.


Una bocanada de aire para una presidenta que consiguió mostrarse menos vulnerable durante la última semana. El gobierno está en un momento de baja popularidad, con más del 70% de rechazo en las encuestas debido a los escándalos de corrupción que se investigan en la justicia y al ajuste económico que se realiza en un contexto de recesión, desempleo e inflación en alza. No obstante, el perfil de los manifestantes es principalmente de sectores medios y altos, con un discurso derechista que, por momentos, equipara al gobierno con el comunismo.


Dilma recuperó algo de la iniciativa esta semana con el apoyo de su antecesor y padrino político, Luiz Inacio Lula da Silva, que se reunió con el presidente del Senado, Renán Calheiros, del Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), y consiguió frenar la arremetida que estaba sufriendo la presidenta en el Congreso y que la estaba poniendo al borde del juicio político. La reunión de Lula consiguió aislar a Eduardo Cunha, otro miembro del PMDB que es presidente de la Cámara de Diputados. El PMDB es aliado del gobernante Partido de los Trabajadores en el Congreso, pero a raíz de las investigaciones de corrupción que amenazan al propio Cunha, el diputado rompió con el gobierno, se victimizó y amenaza con dar curso a los pedidos de juicio político, además de hacer avanzar iniciativas que van en contra del ajuste.

Renovación política

Los manifestantes, que estuvieron siguiendo estas alternativas, llevaron pancartas y cánticos también contra Lula, Cunha y Calheiros -en Brasilia se vio un muñeco inflable que representaba a Lula vestido como presidiario-. Los activistas coinciden en reclamar una renovación de la clase política en general y expresaron su respaldo al juez federal Sergio Moro que es quien conduce las investigaciones judiciales por el escándalo de Petrobras. Tanto es así que "Yo soy Moro" fue una de las banderas más repetidas, lo que indica que no hay confianza en alternativas políticas.


Entre los partidos de la oposición, hubo, en general, cautela a la hora de pronunciarse a favor de las protestas que generaron una gran inestabilidad al gobierno. La única excepción fue el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), o más concretamente su presidente, el senador Aecio Neves, rival de Dilma en la segunda vuelta de las elecciones de 2014. Neves no sólo convocó a los brasileños a las marchas sino que por primera vez participó de una de ellas en Belo Horizonte, capital de Minas Gerais. En cambio, el expresidente Fernando Hernique Cardoso, el gobernador de Sao Paulo, Geraldo Alckmin, y el exministro José Serra, prefirieron el bajo perfil ante la arremetida de las calles.

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