Hillary Clinton despeja las dudas y entra en la carrera demócrata para llegar a la Casa Blanca

La suya es la primera candidatura que se presenta a las primarias del partido, que se iniciarán en enero de 2016.

Hillary Clinton en el vídeo con el que anunció su candidatura
Hillary Clinton en el vídeo con el que anunció su candidatura

Hillary Clinton tuvo en ascuas este domingo a medio mundo a la espera de los 140 caracteres en los que anunció lo que todos sabían, que volverá a presentarse como candidata presidencial del Partido Demócrata, esta vez para suceder a Barack Obama en la Casa Blanca. El anuncio fue retuiteado 35.000 veces sólo en la primera media hora, prueba de la expectación que desata alrededor del mundo.


Clinton está decidida a aprender de sus errores en la primera campaña de 2007, cuando el electorado la vio como una sucesión del poder, demasiado confiada en su papel de candidata, calculadora y ambiciosa, como si su trayectoria y su papel dentro del aparato del partido fuese suficiente para ganar la nominación, que acabó en manos de un joven senador casi desconocido llamado Barack Obama. Esta vez, en la que ni siquiera tiene aún un rival serio, promete "echarse a la calle para ganarme vuestro voto", decidida a que ni la campaña, ni el vídeo con que la anuncia, traten de ella, sino del estadounidense medio que deberá votarla. Y no sólo en las primarias que comenzarán en enero de 2016, sino en las generales de noviembre, para las que está plantando semillas.


Si en 2007 aparecía cómodamente sentada en su mansión de Washington mientras anunciaba sus intenciones presidenciales, esta vez tarda un minuto y medio en aparecer en escena, y lo hace de pie, en medio de la calle.




?Clinton apuesta por ser la candidata de todos en el vídeo titulado 'Nuevas Aventuras. Próximos Capítulos', en el que se presenta como una más preparándose para la siguiente etapa de su vida. La suya, presentarse a presidenta, pero sólo después de que otros ciudadanos presenten proyectos primaverales tan simples como el de la señora que empieza a plantar sus tomates, o tan complejos como la joven madre que se muda de casa para que su hija pueda ir a un colegio mejor. O los hermanos hispanos que están "empezando un primer negocio", dicho en español, la pareja de afroamericanos que espera su primer hijo, la joven que busca su primer trabajo al salir de la universidad, la pareja de homosexuales cogida de las manos que planea su boda, el niño que se disfrazará de pescado en una obra de teatro, la mujer a punto de comenzar su jubilación, el matrimonio que quiere enseñar a su perro a no comerse la basura, el hombre que continúa la empresa familiar, como quinta generación "de arduos trabajadores en los que se ha fundado este país", a la par que la acaramelada pareja de lesbianas que espera que se le sumen "a este viaje".


"¡Ya está, ya se ha ganado mi voto!", exclamó entusiasmado Dominic Barber, uno más de esos ciudadanos que esperaban su anuncio. Lo dijo incluso antes de que apareciera en pantalla, conmovido quizás por la apuesta que hace por hispanos y homosexuales, dos grupos aún marginados en EE UU, pero también porque "no va a luchar por el 1%, sino por la clase trabajadora". Y como prueba de que el anuncio había calculado con precisión la respuesta de las bases, Clinton afirma al final: "Los estadounidenses que viven a diario necesitan un defensor que luche por ellos, y yo quiero ser ese campeón".


No había mucho de sorpresa, pero el destape de la noticia dio un respiro de alivio a los impacientes demócratas que temían que los muchos cadáveres que puede tener en el armario, después de veinte años en el ojo público, provocaran una implosión de su candidatura antes incluso de que viera la luz.El impulso de Bill


Para algunos de sus colaboradores, nunca hubo dudas. "Cualquiera que se haya presentado a presidente es porque quiere ser presidente", resumió a la web Politico James Carville, que fue asesor de su primera campaña presidencial en 2008, después de haber ayudado a Bill Clinton a ganar la Casa Blanca en 1992. "Esto es como el sexo. Nadie hace el amor una vez y se olvida de ello. Nunca tuve la menor duda de que volvería a intentarlo".


Otros no lo han tenido tan claro. A pesar de que varios comités de acción política llevan años recaudando fondos y organizando a las bases, hasta diciembre pasado la ex primera dama decía incluso a sus más íntimos colaboradores que seguía indecisa. Según Político, confesaba inclinarse por la candidatura en un 95.5%, pero seguía manteniendo el titubeo que hacía dudar a muchos.


En el hogar de los Clinton el principal impulso venía de su marido, el más enamorado del poder, que nunca ha soportado la idea de que su carrera política se viera mermada por ese límite de dos mandatos que impone la Constitución. Su única hija, Chelsea, que recientemente la ha hecho abuela, deseaba ver a su madre convertida en la primera presidenta de EE UU, pero no se atrevía a animarla por temor al costo físico que otra campaña tendrá en ellos. Hillary Clinton ha cumplido ya los 67 años y su esposo, de 68, está operado del corazón. Era éste quien intentaba persuadirla de que se preparase para ello pero no anunciase su candidatura hasta otoño, convencido de que su popularidad le permitía esperar para dar ese golpe de efecto sin necesidad de convertirse tan pronto en la diana de la oposición conservadora.


Los asesores electorales de Obama a los que Hillary Clinton habría consultado le recomendaron exactamente lo contrario: que no se confiara, que evitase la imagen de que da por hecha su nominación y que fuera una de las primeras en saltar al ruedo. La ex primera dama, que ya ha sido senadora y secretaria de Estado, demostró haber encontrado en ese proceso su propia voz, y no escuchó ni a uno ni a otro, eligiendo la primavera para poner el titular a esta crónica de una candidatura anunciada.


Clinton, hija del movimiento feminista americano de los años 60, tenía una labor pendiente que dejó caer en el discurso de junio de 2008, en el que finalmente aceptó que Barack Obama la había derrotado. "Soy una mujer y, como millones de mujeres, sé que todavía hay barreras y prejuicios, a menudo inconscientes, por lo que quiero construir un EE UU que respete y abrace el potencial de cada uno de nosotros", dijo entonces. "Aunque no hayamos podido romper ese techo de cristal, le hemos puesto 18 millones de grietas (por los votos que recibió en primarias), y la luz entra ahora como nunca antes, llenándonos a todos de esperanza de que el camino (hacia la Casa Blanca) sea un poquito más fácil la próxima vez".


Si entonces reconoció haber hecho la campaña beneficiándose de los logros de la generación de su madre, hoy quiere que su nieta pueda crecer convencida de que cualquier niña puede llegar a presidenta. Será la última gran labor política de su vida, una en la que muchos le han advertido que se juega la oportunidad de salir de la política en su punto más álgido, a cambio de intentar escribir su nombre en la historia.