Pekín emprende una nueva oleada de represión por el miedo a las protestas en Hong Kong

Mientras los ciudadanos de Hong Kong usan su libertad, en la China continental las cosas son distintas.

Mientras los ciudadanos de Hong Kong hacen uso de su libertad de expresión protagonizando manifestaciones a favor de la democracia, en la China continental basta con participar en un recital de poesía en apoyo a los hongkoneses para acabar detenido 37 días y quizá hasta juzgado.


El miedo del régimen comunista a que el espíritu de Hong Kong se contagie a más zonas del país asiático se ha traducido en más de cuarenta arrestos en estas dos semanas de protestas, según datos de organizaciones de derechos humanos que confirman que la situación en la excolonia británica ha derivado en una nueva oleada de represión.Activistas en custodia

Mientras las llamadas a la democracia continúan en las calles de Hong Kong, la Policía ha puesto en custodia a docenas de activistas, peticionarios, artistas, periodistas y otros ciudadanos por publicar mensajes de apoyo en internet o celebrar reuniones en torno a este tema.


La mayoría de arrestos se han producido en Pekín, si bien también se han registrado en la provincia sureña de Cantón -limítrofe con Hong Kong-, la municipalidad de Chongqing (centro) y la provincia de Anhui (en el este), según detalla Chinese Human Rights Defenders (CHRD) que divide los casos entre detenciones administrativas que suelen durar unos diez días y criminales, de 37 días y que pueden acabar en juicio.


Uno de los casos más llamativos es el del recital de poesía que se celebró en Pekín en apoyo a los manifestantes hongkoneses la primera semana de las protestas, y por el que diez personas -la mayoría de ellos, artistas- fueron arrestados y acusados formalmente de "alterar el orden y provocar problemas".


Algunos, incluso, sin llegar a participar en el mismo, como es el caso del artista Wang Zhang, de 30 años, a quien las autoridades consideraron peligroso cuando publicó una fotografía de él portando un paraguas, el símbolo de la revolución en Hong Kong.

Después de su arresto, la Policía registró su casa y se incautó del artilugio de color azul, de un router de internet, gafas de sol y una bandera de Taiwán, según confirmó su esposa, Wang Li.


Los casos como los de Zhang se multiplican en la lista de CHRD, donde activistas de Cantón como Zhang Shengyu o de Chongqing como Xie Dan aparecen como arrestados después de subir fotografías en internet con referencias a Hong Kong, en un momento en el que los censores chinos han desplegado la mayor campaña de censura en la red en lo que va de año, con numerosas páginas vetadas e incluso populares aplicaciones como Instagram bloqueadas.


También encuentros como una cena son considerados como "peligrosos" por la Policía china, que esperó a la salida de un restaurante a varias personas que se habían citado en el mismo para celebrar la liberación de un activista del movimiento Nuevo Ciudadano -que lucha contra la corrupción y pide al Gobierno que se cumpla con la Constitución china-, y en el que algunos de los asistentes portaron pancartas en apoyo a las protestas en la excolonia británica.


Cinco personas acabaron en custodia ese día, 30 de septiembre, y sólo una de ellas ha sido liberada, una mujer de 77 años, madre de un activista que detuvieron entonces, Guo Hongwei, detallan desde CHRD.


Para los defensores de los derechos humanos, toda esta oleada de detenciones evidencia el nerviosismo del régimen ante unas protestas que pueden hacen tambalear su sistema.

"Se están asegurando de que el mensaje no se difunda", considera Maya Wang, de la organización Human Rights Watch en China.

Con ella coincide Wendy Lin, coordinadora en Hong Kong de CHRD, quien asegura a Efe que, para el Gobierno de Xi Jinping, "cualquier pequeño grupo de personas que se reúne y comparte las mismas ideas (aquellas diferentes a la línea del Partido) amenaza al régimen".


En opinión de Lin, las detenciones crean ahora una interesante dinámica: "Por un lado, silenciarán a alguna gente, pero, por el otro, atraerán a las personas que estaban al margen".

"Estas últimas -asegura- pasarán de ser espectadores silenciosos a convertirse en activistas".