Valls quiere respuestas ágiles y eficaces del Gobierno a los problemas ciudadanos

El nuevo primer ministro francés se enfrentará este martes a una moción de confianza.

Foto de familia de los ministros franceses
Valls quiere respuestas ágiles y eficaces del Gobierno a los problemas ciudadanos

El nuevo gobierno francés celebró este viernes su primer Consejo de Ministros en el que el primer ministro, Manuel Valls, preconizó una mayor cohesión y una respuesta más ágil y eficaz a las preocupaciones de los ciudadanos para mejorar la imagen del mandato del presidente, François Hollande, muy deteriorada.


Hollande recordó a sus ministros que deben "ir más lejos y más rápido" en las reformas y les instó a conseguir resultados de forma más eficaz, con menos leyes y más decisiones precisas que mejoren la vida de los franceses.


Para ello, dijo el jefe del Estado, se ha creado un Gobierno más reducido -con el de menor número de ministros de la V República-, y más unido.


"Eficacia y cohesión" fueron las palabras que más pronunciaron los 16 miembros del nuevo gabinete, nombrado esta semana como respuesta a la debacle electoral para la izquierda de la segunda vuelta de las municipales el pasado domingo.


Consciente de que buena parte de la pérdida de apoyo se debe a la mala percepción de la acción del anterior Ejecutivo, Valls quiere acabar con las discrepancias internas y potenciar una imagen de unidad y cohesión.


Experto en comunicación, el nuevo jefe del Gobierno cuenta con ganar en términos de imagen para remontar en los sondeos.


Por eso, este primer Consejo de Ministros se dedicó a trasmitir esa conducta a los ministros, y Valls apostó por un diálogo entre los diferentes departamentos y por una mayor eficiencia.


Al tradicional Consejo de los miércoles, Valls añadirá una reunión quincenal los jueves en la que participarán, además de los 16 ministros, la decena de secretarios de Estado que serán nombrados la semana próxima.


Todo ello encaminado a evitar que, como sucediera en la etapa de su predecesor, Jean-Marc Ayrault, haya falta de coordinación, con mensajes diferentes según el departamento que los lanzara.


En apenas cinco días al frente del Gobierno, Valls ha tenido ya que lidiar con algunas discrepancias ministeriales, la más sonora, la pugna que están protagonizando los Ministerios de Economía y Exteriores para quedarse con las competencias del Comercio Exterior.


Hasta ahora, ese sector estaba en manos de la cartera económica, con un secretario de Estado encargado del mismo, pero el jefe de la diplomacia, Laurent Fabius, ha presionado para que forme parte de su gabinete, con el argumento de que la política exterior del país reposa esencialmente sobre la "diplomacia económica".


Otro de los puntos de discrepancia se refiere a la tasa ecológica que el Gobierno de Ayrault congeló ante la presión de las manifestaciones que hubo en Bretaña a finales del año pasado. La nueva responsable de Ecología, Ségolène Royal, ha abierto la puerta a su eliminación, opinión que no comparten otros colegas.


En cuanto al fondo de la acción de Gobierno, el presidente Hollande fijó las grandes líneas, con prioridad a la recuperación económica y la solidaridad.


Será durante el discurso de investidura que Valls pronunciará ante los diputados el próximo martes, seguido del voto de una moción de confianza, cuando el nuevo jefe del Gobierno especifique los puntos básicos de su acción.


Pasarán por la recuperación económica, por el refuerzo de las políticas de solidaridad -esencialmente la educación, la sanidad y la mejora del poder adquisitivo de los franceses-, y por la llamada "transición energética", destinada a incrementar las renovables.


En lo más inmediato, el nuevo Ejecutivo deberá recortar sus presupuestos para acercarse al objetivo de reducción del déficit impuesto por Bruselas.


A menos que, como ha dejado entrever el nuevo ministro de Finanzas, Michel Sapin, París reclame a las autoridades comunitarias un nuevo plazo para rebajar ese déficit por debajo del 3 % del Producto Interior Bruto (PIB), con el argumento de que demasiada austeridad puede ser perjudicial para la recuperación económica.