La dimisión del Gobierno abre una posibilidad de solución a la crisis en Ucrania

Por el momento, se desconoce quién asumirá la responsabilidad de gobierno.

Protestas en Kiev
Protestas en Kiev

La oposición ucraniana se apuntó este martes una crucial victoria al lograr que se cumplan dos de sus principales demandas: la dimisión del Gobierno en pleno y la derogación de las leyes represoras que limitaban las libertades fundamentales.


"Lo más importante ahora es conservar la unidad y la integridad territorial. Esto es mucho más importante que cualquier plan o ambición personal", señaló en su carta de dimisión Nikolái Azárov, primer ministro desde marzo de 2010.


Azárov, mano derecha del presidente Víktor Yanukóvich, aseguró que dejaba el cargo para facilitar "un arreglo político del conflicto", aunque insistió en que las autoridades han hecho todo lo posible para evitar el derramamiento de sangre.


Pocas horas después, Yanukóvich promulgaba no sólo la renuncia del primer ministro, sino la de todo el Gobierno, al que la oposición y los manifestantes acusan de dar la espalda a la Unión Europea en favor del fortalecimiento de las relaciones con Rusia.


Azárov, que nació en Rusia, ha defendido siempre la suspensión de la firma del Acuerdo de Asociación con la Unión Europea y el rechazo de las condiciones impuestas por el Fondo Monetario Internacional, al considerar que hubieran supuesto la ruina para Ucrania.


Precisamente, esa decisión fue el detonante del estallido de las multitudinarias protestas antigubernamentales el pasado 21 de noviembre.


Por el momento, se desconoce quién asumirá la responsabilidad de gobierno, ya que el líder del principal partido opositor, Batkivschina, Arseni Yatseniuk, rechazó la posibilidad de cohabitar con Yanukóvich.


El renuncia de Azárov, que será sustituido interinamente por Serguéi Arbúzov, precedió a la sesión extraordinaria de la Rada Suprema (Legislativo) en la que se debería decidir el futuro político de Ucrania y, por consiguiente, la continuidad de las protestas antigubernamentales.


En el orden del día figuraba la derogación de las leyes aprobadas el pasado 16 de enero en el Parlamento y que la oposición y Occidente consideraban "dictatoriales" por coartar la libertad de reunión y asociación.


Finalmente, una aplastante mayoría de diputados, incluidos casi todos los miembros del oficialista Partido de las Regiones de Yanukóvich, votaron a favor de la revocación de 9 de las 11 leyes.


Sólo los comunistas se empecinaron en apoyar esas leyes, cuya aprobación a mano alzada en la Rada provocó la explosión de desórdenes violentos en Kiev que se cobraron la vida de seis manifestantes, según la oposición.


Pese a todo, los dirigentes opositores no se dan por satisfechos e insisten en que su objetivo es "la transformación de todo el sistema de poder y el retorno a la Constitución de 2004, en la que las facultades se repartían entre el presidente, el primer ministro y la Rada Suprema".


"La derogación de esas vergonzosas leyes es un pequeño, pero importante paso. Ahora, debemos seguir avanzando. Es necesaria una amnistía en toda Ucrania", aseguró Vitali Klitschkó, carismático boxeador y líder de la formación UDAR (Golpe).


El líder nacionalista de Svoboda (Libertad), Oleg Tiagnibok, fue más allá al asegurar que la oposición quiere que se diriman responsabilidades entre los miembros del Gobierno por la represión violenta de las protestas, de la que acusan en particular al titular de Interior, Vitali Zajárchenko.


En lo que no hubo acuerdo es en la aprobación de una ley de amnistía que debe allanar el camino para la liberación de todos los detenidos en las protestas antigubernamentales, aunque Yanukóvich asegura que no la promulgará hasta que los manifestantes desalojen las calles.


A la vista de que los manifestantes siguen fortificando sus posiciones en todo el centro de Kiev, la impresión es que el Cuartel de Resistencia Nacional no está dispuesto a ordenar que los inquilinos del Euromaidán, la plaza de la Independencia de Kiev, recojan sus bártulos y regresen a sus casas.


La amnistía animaría a algunos a regresar a sus lugares de trabajo y universidades, ya que muchos manifestantes son buscados por las autoridades, pero el ánimo entre las barricadas es igual de belicoso que hace una semana.


Los manifestantes exigen la dimisión de Yanukóvich y muchos de ellos no piensan abandonar ni la ciudadela de tiendas de campaña ni los edificios oficiales tomados hasta que se celebren elecciones presidenciales.


Ese es precisamente el nudo gordiano de la actual crisis política en Ucrania, ya que Yanukóvich, que ya tuvo que renunciar a la presidencia tras la Revolución Naranja de 2004, tenía pensado presentarse a la reelección.


Si adelanta las elecciones previstas para 2015, la victoria del candidato opositor, previsiblemente Klitschkó, está cantada, mientras si se resiste, las protestas podrían radicalizarse y propagarse por toda la geografía nacional, según los expertos.


Nada más firmar la renuncia del Gobierno, Yanukóvich recibió al comisario de Ampliación de la UE, Stephan Fülle, quien aseguró que el Parlamento ucraniano había dado el primer paso para la salida de la crisis.