Estados Unidos

El ejemplo de Mandela

En 1981, Obama, un desconocido estudiante de colegio universitario en California, pronunció su primer discurso de activismo político contra el apartheid.

La recién inaugurada estatua de Mandela
El ejemplo de Mandela impulsó la lucha por la igualdad y los derechos en EE.UU.

Pese a haber estado recluido en prisión entre 1964 y 1990, el ejemplo y el incansable espíritu de Nelson Mandela fue inspiración para la lucha por la igualdad en EEUU por varias generaciones.


El activismo estadounidense no puede ser entendido sin la influencia de la figura de Mandela: su ejemplo definió la lucha por los derechos civiles de los años sesenta, la de la población inmigrante desde César Chávez hasta hoy, e hizo creer en la posibilidad real de un presidente afroamericano en la Casa Blanca.


"La lucha por los derechos civiles y la lucha del pueblo sudafricano van de la mano. Ambos, Martin Luther King y Nelson Mandela, estuvieron en la cárcel en 1963, ambos fueron perseguidos... ambos eligieron reconciliación sobre venganza", indicó el reverendo Jesse Jackson en una entrevista televisiva.


En julio de 1964, un mes después de que Mandela fuera condenado a cadena perpetua en Sudáfrica, Estados Unidos vivió un momento histórico con la promulgación de la Ley de Derechos Civiles, que puso fin a la segregación racial, que como el apartheid relegaba a los negros a ciudadanos de segunda clase.


El congresista demócrata negro Charles Rangel, que conoció personalmente a Mandela, aseguró que la influencia del premio Nobel de la Paz fue vital para acelerar la igualdad racial en EEUU y "acabar con el mito (muy presente en los sesenta) de que los africanos son inferiores".


El carácter excepcional de Mandela no solo inspiró a la reprimida comunidad negra en la convulsa década de los sesenta, sino que su influencia se extiende a los movimientos de protesta no violenta de cualquier índole y sirvió de inspiración al primer presidente afroamericano del país, Barack Obama.


En 1981, Obama, un desconocido estudiante de colegio universitario en California, pronunció su primer discurso de activismo político contra el apartheid, en una época en la que a las demandas por la igualdad de derechos en Sudáfrica se sumaban en aquel estado la desobediencia civil de los hispanos o los homosexuales.


"Al igual que muchos en todo el mundo, no puedo imaginar mi propia vida sin el ejemplo que fue para mí Nelson Mandela", dijo Obama ayer en la Casa Blanca en un mensaje de condolencias por la muerte de Madiba en el que recordó ese episodio de su vida.


Aquella protesta antiapartheid fue una de las muchas que se sucedieron en los campus de todo Estados Unidos desde finales de los setenta para pedir a las empresas norteamericanas no invertir ni mantener relaciones comerciales con el opresivo sistema de los "afrikáner" en Sudáfrica.


Esas protestas motivaron marchas en Washington DC de miles de personas, negras, blancas, hombres, mujeres, progresistas y conservadores, para defender dentro y fuera de Estados Unidos la causa de la igualdad como parte indispensable de una democracia.


En 1986, frente a la embajada de Sudáfrica en Washington, donde hoy se depositan ofrendas ante una recién inaugurada estatua de Mandela, cientos de estadounidense se manifestaron pacíficamente contra la Sudáfrica del apartheid y para pedir al presidente republicano, Ronald Reagan, que no vetará sanciones económicas contra ese país, que finalmente fueron aprobadas por el Congreso en octubre.


En 1990, políticos, activistas y un gran número de estadounidenses de todas las razas celebraron como suya la liberación de Mandela de su reclusión de 27 años para iniciar una carrera política hacia la reconciliación del país, que no estuvo ausente de problemas y conflictos.


El fin oficial del apartheid demostró a los movimientos de minorías y por los derechos humanos que la perseverancia y la lucha por una causa justa puede dar frutos a pesar de los obstáculos.


"Un gigante político y moral como Nelson Mandela raramente aparece más de una o dos veces en cien años", indicaba hoy el columnista de 'The New Yorker' Hendrik Hertzberg, que comparaba al sudafricano con figuras como Mahatma Ghandi o Abraham Lincoln.