Reino Unido

Tres herederos para un trono

"El primer bebé real con sangre obrera", como ya lo han bautizado, complica la agenda de Guillermo y Kate, y debilita la posición del príncipe Carlos.

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EFE

Pálida y sonriente. Ramo de rosas amarillas en las manos. Pashmina azul al cuello, abrigo entonado a juego y botas de ante con tacón bajo. A Kate Middleton, duquesa de Cambridge, se le ve frágil en sus primeras fotografías tras el anuncio de su complicado embarazo. Bajo la atenta mirada del príncipe Guillermo, la futura mamá asoma con aire apagado en la puerta del hospital londinense rey Eduardo VII donde estuvo ingresada cuatro noches de esta semana. Le trataron de hiperémesis gravídica, un trastorno que provoca náuseas y vómitos severos. "Me siento mucho mejor, gracias", respondió Kate al pelotón de periodistas que hacía guardia en la calle y corrió a su encuentro. 


El duque de Cambridge se cree con el control de su destino pero los acontecimientos se entrometen estos días en su camino. Kate lleva unas ocho semanas en cinta y, como otros padres primerizos, la pareja pretendía guardar el secreto hasta ver las imágenes de la siguiente ecografía, poco antes de Navidad quizá. Pero el anuncio del esperado bebé 'real' se tuvo que adelantar para prevenir que la noticia trascendiera por canales no oficiales. Una vez ingresada con urgencia para tratar con suero las manifestaciones de una dolencia que afecta a una de cada 50 embarazadas, nadie podía controlar el flujo de tuits o SMS que emanaría desde el hospital privado, un centro que, por cierto, vivió una jornada luctuosa con la muerte, todo apunta a un suicidio, de la enfermera que atendió la llamada de una locutora de radio que se hizo pasar por la reina Isabel II para preguntar por Kate.


Estalla la 'babymanía'


La duquesa de Cambridge descansa ya en el palacio de Kensington, aunque su marido piensa atender los compromisos oficiales que iban a acometer juntos este fin de semana. Y mientras, la 'babymanía' estalla a su alrededor. Los rotativos llenan páginas con remedios contra los mareos y ataques de vómito que, según los expertos, pueden prolongarse hasta el parto. Reposo, cuidado y mimos son las recetas recomendadas por madres periodistas que pasaron por el mismo aro.


«El primer bebé real con sangre obrera", proclamó el invitado a un programa de actualidad política de la BBC, el escritor Tony Paxton. En las secciones de prensa enfocadas en la mujer se multiplican los consejos para la joven plebeya que conquistó el corazón de Guillermo y ha enamorado al resto de los británicos y muchos extranjeros.


Las revistas de moda, tendencias y belleza recomiendan a la Middleton echar mano de las gafas de sol para disimular el sueño en actos protocolarios, además de protegerse la cara con una sombrilla para evitar las "manchas inducidas por las hormonas". Y, ante todo, se le invita a preservar su impecable estilismo, combinando piezas de alta costura con prendas económicas que días después se agotan en las boutiques. Nadie duda de que Kate dictará la moda en las embarazadas de 2013, marcando con orgullo el contorno de su creciente barriga y sustituyendo los tacones de aguja con bailarinas y salones planos.


El complicado embarazo introduce interrogantes en los planes de los Cambridge. Ella probablemente querrá estar cerca del ginecólogo que le acaba de atender, pero Guillermo no ha concluido su turno como piloto de rescate en una remota base militar de Gales. La pareja reside en una granja de la región, sin vecinos cercanos y a kilómetros de distancia de un núcleo urbano. ¿Se mantendrán alejados en los meses cruciales de gestación? ¿Renunciará el duque a su carrera profesional? No se descarta que solicite un permiso especial para aplazar la reanudación de los vuelos hasta después del parto.


Guillermo y su mujer han ganado el pulso de popularidad en los matrimonios Windsor. Forman una pareja moderna, apuntalada en una relación amorosa, de mutua simpatía, que proyecta una imagen de normalidad. Si el embarazo prospera bien, serán padres con 31 años, eliminando con su madurez un anacronismo de la monarquía británica. La reina Isabel alumbró a su primogénito, el príncipe Carlos, con 22 años; Diana aún no había cumplido 21 cuando nació Guillermo.


Carlos, su hijo Guillermo, y un tercer descendiente directo se harán la sombra o aunarán fuerzas a partir del año próximo. Un triunvirato de herederos al trono permite pronosticar tensiones y nubarrones en la familia real. En la práctica, las divisiones ya se hacen notar. Los duques de Cambridge comienzan a apuntalar su propia corte en Kensington, con 12 empleados bajo el control de Miguel Head, quien ha sido promocionado de jefe de prensa a secretario privado de Guillermo. Los gastos de la nueva oficina corren todavía a cargo del príncipe de Gales y se mantiene el palacio de Saint James (residencia oficial de Carlos de Inglaterra) como centro de las operaciones conjuntas.


Carlos pierde a una figura importante de su equipo de trabajo con la reforma. Paddy Harverson, actual director de comunicaciones, dejará Saint James en la primavera para montar su propia agencia de relaciones públicas con un destacado publicista de Google. En ese influyente puesto desde 2003, Harverson maniobró los hilos de la estrategia de rehabilitación popular del príncipe de Gales, cuya imagen se hundió con el fracaso de su primer matrimonio y el fatal desenlace de la princesa Diana. El mismo jefe de prensa calmó el odio de algunos, aunque no todos, contra Camila, que la difunta princesa había identificado como el tercer miembro del matrimonio Gales.


La longevidad de Isabel II


La reina goza buena salud a sus 86 años. Sus bodas de diamantes en el trono, que está celebrando a lo largo de 2012, han elevado a la estratosfera sus cotas de popularidad. Nadie contempla su jubilación anticipada, pero las voces que reclaman la abdicación de su hijo crecen continuamente. "Es imposible imaginar a un futuro rey Carlos III recibiendo tan entusiastas

muestras de afecto público. Los duques de Cambridge, esta pareja simpática, encantadora y nada pretenciosa, han conquistado los corazones de la nación desde su boda. Ahora que Kate está esperando un bebé, la popularidad del futuro rey Guillermo V crecerá dramáticamente", recuerda el historiador monárquico Michael Thornton. Y añade: "En la sucesión al trono se debe saltar una generación. Carlos tiene 64 años. Y no es un joven de 64 años. Con el paso del tiempo sus excentricidades se están multiplicando".


El príncipe de Gales acusa la presión. "Se me está acabando el tiempo", dijo recientemente. "Una bonita idea ser abuelo a mi vieja edad", exclamó esta semana el eterno heredero. El desesperado príncipe de Gales viene expresando controvertidas opiniones y persigue el retorno a un mundo idílico de estructuras arquitectónicas clásicas y alimentos orgánicos al alcance de pocos bolsillos. El primogénito que refuerza los anacronismos de la monarquía se ve empujado a retirarse a segunda fila y dejar paso a su propio hijo. El tiempo dirá quién gana la última batalla. Pero dentro de una década, Isabel II tendrá 96 años (su madre murió con 101), Carlos habrá cumplido 74, Guillermo tendrá 41 y un primogénito, 10 años. Lo cierto es que este bebé, si es niña, reinará por encima de sus hermanos.