Elecciones en Egipto

Huelga de hambre contra el fantasma del antiguo régimen

Por ver fuera de juego a Ahmed Shafiq, a quien consideran el hombre de Hosni Mubarak en las elecciones presidenciales, un grupo de egipcios ha cumplido una semana en huelga de hambre, pese al sofocante calor cairota y la indiferencia de muchos compatriotas.


Junto a la entrada vallada de la sede del Parlamento, en El Cairo, una decena de activistas entona cánticos revolucionarios a la sombra de un árbol, mientras otros descansan en tiendas de campaña.


Algunos de ellos permanecen desde hace días en huelga de hambre como medida de presión contra la candidatura de Shafiq, aunque beben líquidos para soportar en la calle las altas temperaturas.


Iman el Sayed, ama de casa de 48 años, se refresca la cabeza con agua y no renuncia a fumarse un cigarro al tiempo que conversa con los transeúntes para explicarles su postura.


"Es ilógico hacer una revolución para que alguien del antiguo régimen sea después presidente del país", afirmó El Sayed, quien exige que se aplique con celeridad la polémica ley que prohíbe a los ex altos cargos de Mubarak participar en la política, un asunto pendiente por resolver en el Tribunal Constitucional.


Esta egipcia reconoce que unas sesenta personas se han sumado a la huelga de hambre, si bien la mayoría mantiene sus obligaciones y acude a manifestarse frente al Parlamento a la caída del sol.


"Yo he ido a casa cada dos días para ducharme y por las noches mi hijo de 23 años viene a hacerme compañía", aseguró El Sayed, que confesó que pronto pondrá fin a la iniciativa para evitar complicaciones de salud.


En la ambulancia ubicada frente a la sentada, la enfermera Suad Kamel lamentó que la acción de estos manifestantes apenas haya repercutido en la opinión pública egipcia.


Kamel apuntó que en la víspera atendió en solo dos horas a más de treinta personas que presentaban problemas cardiacos y de hipotensión.


Tres huelguistas tuvieron que ser hospitalizados, agregó la especialista, que dijo no poder reprimir las lágrimas cuando vio cómo estos rechazaban recibir tratamiento aun a costa de su propia salud.


Ese tipo de sacrificios no es entendido por muchos de los egipcios que se acercan por curiosidad a la zona, acordonada para evitar problemas de tránsito.


Es el caso de Rami Faruq, un contable cristiano copto, que señaló que votará por Shafiq, último primer ministro de Mubarak, por miedo a que la victoria del otro candidato en liza, el dirigente de los Hermanos Musulmanes Mohamed Mursi, permita monopolizar el poder a la agrupación islamista, mayoritaria en el Parlamento.


"La economía de Egipto necesita recuperarse y las manifestaciones lo están impidiendo. ¿Por qué no se han puesto en huelga de hambre antes de que Shafiq pasara a la segunda vuelta?", argumentó Faruq, partidario de respetar el resultado de los comicios, previstos para los próximos 16 y 17 de junio.


A pesar de las críticas, los activistas persisten en sus reivindicaciones en ese punto de la céntrica calle Kasr al Aini, que desemboca en la plaza Tahrir.


Para ello han colocado grandes caricaturas en las que aparecen las caras de Mubarak y Shafiq, unas veces como parte de un escorpión y otras veces deslizándose por una urna electoral.


Los lemas en memoria de los muertos de la revolución del 25 de Enero de 2011 se entremezclan con otros que abogan por mantener la presión: "Estamos en huelga hasta que se aplique la ley", o "Sí a pasar hambre, no a ponerse de rodillas".


"Han sido treinta años de oscuridad que han hecho que la mayoría no comprenda lo que hacemos", indicó el joven universitario Alaa el Kasas, que decidió no unirse a la huelga de hambre en época de exámenes pero que contribuye a la protesta ofreciendo café y té a quienes lo necesiten.