La 'Noche d'almetas'

Radiquero y Graus reivindican la 'Noche de ánimas'

Marionetas de 'almetas' y 'totones', historias de miedo y calaveras conformaban el programa.

Los vecinos de Radiquero prepararon durante la tarde las calaveras lumínicas para la comitiva.
Radiquero y Graus reivindican la 'Noche de ánimas'
IGOR LIZARZA

Dientes afilados, nariz y ojos terroríficos tallados en una calabaza para convertirla en una calavera lumínica con la que asustar a los vecinos por las estrechas y oscuras calles del pueblo. Historias de miedo para pasar una velada en torno a una hoguera. Estas tradiciones no han llegado desde el otro lado del Atlántico ni están bautizadas como Halloween. Son autóctonas, del Alto Aragón, y Radiquero y Graus no dudan en revindicarlas. Talleres de 'almetas-marionetas', de lámparas, cuentacuentos terroríficos, desfile para acompañar las ánimas errantes hasta el cementerio? Todo para que los pequeños, como antaño, hagan del anochecer del 31 de octubre una noche mágica en la que despachar a las ánimas del pueblo.


Graus ha sido el último en recuperar esta antigua tradición ya que es el primer año que celebran la 'Noche d'almetas', pero en Radiquero llevan casi una década reivindicando esta costumbre altoaragonesa. La Asociación Cultural O Coronazo es la encargada de organizar la 'Noche de las ánimas' en la que, tradicionalmente, se abría la puerta del cementerio y se guiaba a las almas que habían quedado atrapadas en el pueblo hasta allí para que descasaran en paz.


Precisamente este personaje 'las almetas' y los 'totones' (guardián del cementerio) son los protagonistas de las marionetas que portaban ayer los vecinos de Radiquero en su 'Triste comitiva'. Se trataba de un desfile con calaveras iluminadas realizadas con calabazas, antorchas y una guía muy especial: Doña Severa. El personaje, interpretado por la Sandra Araguás, relató historias antiguas, cuentos de almas errantes y también describió algunas tradiciones muy arraigadas en el Alto Aragón. «Cuando alguien moría se abrían las ventanas para que el alma no quedara atrapada en la casa, y se tapaban los espejos de la habitación para que no se viera reflejada y se enrolara», comentaron desde la Asociación O Coronazo.


Ese temor a que las 'almetas' quedaran atrapadas en la casa, llevaba a los antepasados a enterrar a los difuntos sin zapatos «para que el alma no volviera al pueblo», explicaron desde dicho colectivo. Insistieron, además, en que todas estas costumbres y muchas otras demuestran cómo en el Alto Aragón «había muchas tradiciones en torno a los muertos. Por eso celebramos la Noche de las ánimas, sin el componente americano».


También Graus se ha sumado este año a esta reivindicación, recuperando una tradición cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos. Con diferentes actividades, la capital ribagorzana concilió las costumbres aragonesas y mediterráneas con la nueva ola anglosajona en esto de honrar a los difuntos. Así, para los más pequeños tuvo lugar un taller de papiroflexia de fantasmas en la Biblioteca Baltasar Gracián. Después, y en el vecino jardín del Espacio Pirineos se sucedió una maratón de cuentos de miedo y una castañada popular, todo a la lumbre de una hoguera para seguir con la tradición de las narraciones terroríficas al calor de la lumbre que marcaron tal día como el de ayer la infancia de nuestros antepasados.


Y es que solo la gente más mayor de la zona se acuerda, pero igual que nuestros vecinos catalanes, era costumbre en Ribagorza juntarse la víspera de Todos los Santos para la castañada, a 'fé la charradeta', contar historias de cementerios, de brujas, apariciones... También se hacían agujeros a las calabazas y les ponían dentro una vela o hacían sonar las campanas horas y horas, todo para ahuyentar a los malos espíritus.


En Graus, por cierto, se conserva otra tradición propia de la fecha ya que la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre se celebra el último Rosario de la Aurora por las calles grausinas. En una ceremonia que se repite desde hace siglos, los cofrades van recorriendo las calles llamando con sus cantos a sus convecinos a la oración del Rosario que se oficia a las 7.30 en la iglesia parroquial y que es seguida por una misa. El Rosario de la Aurora comienza siempre a las 5.00, partiendo desde hace muchos años desde la Glorieta de Joaquín Costa para recorrer las principales calles de la villa ribagorzana y el del día de Todos los Santos termina excepcionalmente en el pórtico de la iglesia con el canto de dos canciones y de dos estrofas recordando a los difuntos.