El yacimiento de ámbar de San Just, un vivero de fósiles únicos en el mundo

El enclave del término de Utrillas ha proporcionado 15 especies inéditas bautizadas con nombres de Aragón.

Una de las especies más singulares  es la avispa Serphitidae, de la que se conocen muy pocos ejemplares.
Una de las especies más singulares es la avispa Serphitidae, de la que se conocen muy pocos ejemplares.
Heraldo

El yacimiento de ámbar de San Just de Utrillas se ha revelado como un enclave paleontológico de importancia mundial y un filón a la hora de aportar a la ciencia nuevas especies de insectos fosilizados, descritos en el laboratorio tras el análisis de cientos de kilos de restos encontrados en el afloramiento turolense. El último de estos fósiles caracterizados por su gran singularidad, y divulgado el pasado mes de febrero, ha sido un nuevo tipo de mantis religiosa, relevante por ser el primero de estos insectos localizado en España.


Las excavaciones en esta zona comenzaron en 2003, después de que un operario de las obras de mejora que se efectuaban en la carretera se percatara de la presencia de numerosos fragmentos que emergían en un estrato con apariencia de cristales. Desde entonces, se han encontrado una veintena de especies de insectos y arañas que vivieron hace 105 millones de años en la zona de Utrillas, 15 de ellas únicas en el mundo y, por lo tanto, bautizadas con nombres relativos a Utrillas o a Aragón.


Enrique Peñalver, quien junto con Xavier Delclós ha encabezado las excavaciones en este afloramiento turolense, considera a San Just como uno de los tres yacimientos más importantes de España, comparable a los del Soplao de Cantabria y Peñacerrada de Álava, y uno de los relevantes a nivel mundial. El paleontólogo señaló que los trabajos solo se han centrado hasta ahora en una pequeña porción del terreno, por lo que está convencido de las grandes posibilidades que se abren de nuevos hallazgos que pueden deparar "sorpresas".


La mantis religiosa descrita recientemente es uno de los recientes hallazgos con gran repercusión mediática. Tiene la particularidad de que es el primer fósil de esta especie localizado en España y una de las mantis más antiguas que se conservan en el mundo. Es tan primitiva que guarda gran parecido con las cucarachas de las que derivan.


Pero si esta pieza es extraordinaria para los científicos, no lo es menos la tela de araña que se localizó en una pieza de ámbar y que resultó ser el registro más antiguo del mundo de esta tipología. Lo más sorprendente de este descubrimiento, difundido en 2006 con una gran repercusión mundial, es que en los hilos se encontraron atrapadas las presas del arácnido: cuatro antrópodos, según los investigadores, con evidencias de haber sido succionadas sus partes blandas. "La tela de araña –explicaba Peñalver– fue probablemente arrastrada por el viento hacia la resina de un árbol y allí quedó adherida una parte". El paleontólogo recordaba el asombro que causó su descubrimiento, solo apreciable tras preparar el ámbar y analizarlo con microscopio óptico. "Al principio lo único que observábamos eran los insectos, pero fue en el último momento cuando vimos realmente lo que teníamos entre manos al apreciar la trama tan fina de hilos y sobre ella las presas", destacaba Peñalver.


En la colección de casi 200 bioinclusiones, o restos de organismos como les llaman los paleontólogos, que han podido describirse en el ámbar extraído en San Just, hay numerosos insectos, muchos desconocidos o de grupos muy poco comunes en el registro fósil mundial. Una buena parte de ellos pasan más desapercibidos para el gran público. En el estrato de Utrillas ha aparecido, por ejemplo, un ejemplar de araña que ha permitido definir la especie; o un espécimen de termita considerada un nuevo género. Pero a los paleontólogos les gusta destacar unos insectos muy difíciles de estudiar por sus diminutas dimensiones: los trips. Miden un milímetro de longitud –"como una coma", asegura el científico–, y en Utrillas se localizaron varios ejemplares ya extinguidos en perfecta conservación, en un ámbar caracterizado por su gran transparencia, que se dedicó a la población de Utrillas: Hispanothrips utrillensis, fue bautizado.

Chinches, algunos ejemplares de avispas como las serfítidas, excepcionalmente grandes para sus habituales dimensiones -menos de un milímetro y las de Utrillas medía 3-, moscas y mosquitos, ácaros y cucarachas han surgido de entre las tierras negruzcas de la cuenca minera turolense.


Además de la riqueza en restos fósiles, el yacimiento de San Just destaca, según Enrique Peñalver, por su accesibilidad. "Es muy fácil excavar, porque se trata de un estrato que es como un limo; se ve enseguida la masa de ámbar y se puede extraer sin romper, algo muy importante para no alterar el organismo que lleva incrustado", precisaba el experto.Nuevas excavaciones

El equipo dirigido por Enrique Peñalver y Xavier Delclós busca ahora financiación para poder acometer una nueva campaña de excavaciones. Los últimos trabajos de campo datan de 2012, pero la crisis económica y también el gran acopio de material, han demorado las labores en el yacimiento. Peñalver considera, no obstante, que las campañas deben espaciarse, ya que el proceso de preparación y estudio de las piezas, dada su minúsculo tamaño, es muy largo y complejo. "No tiene sentido hacer una gran acumulación de material en el laboratorio; es mejor que se conserve en el propio yacimiento para evitar su oxidación", explicaba. Barajan el año que viene como una fecha idónea para retomar las campañas de excavación.

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