Héctor Aragüés: "Sé que no me haré rico con el atletismo, pero me vuelve loco"

Este taustano, de 22 años, es una de las mayores promesas del atletismo aragonés, una faceta que combina con los estudios de Ingeniería.

Héctor Aragüés posa con su jabalina en Independencia.
Héctor Aragüés: "Sé que no me haré rico con el atletismo, pero me vuelve loco"
Laura Uranga

El pasado sábado batió el récord de Aragón de jabalina (70,05 m), un registro que databa de 2002.

Era uno de los récords más antiguos de Aragón. Ser el primer aragonés en pasar la barrera de los 70 metros es algo que me hace sentir muy orgulloso y me motiva para seguir adelante.

¿Cómo se introdujo en el atletismo?

Comencé con 8 o 9 años con mi padre, que me llevaba a la pista de mi pueblo, Tauste. Al principio era un juego y poco a poco se fue volviendo más serio.

¿Fue decisiva la influencia paterna?

Sí, mi padre Enrique fue lanzador de peso y nos ha transmitido a mi hermano y a mí su pasión y los valores propios del atletismo.

¿No le tentaban otros deportes?

¡Qué va! Siempre me he sentido muy cómodo con el atletismo.

¿Y cómo acabó con la jabalina?

Fue con 15 años, cuando vi muy claro que mis cualidades le iban como un guante a la jabalina y no a otras especialidades.

Compatibiliza el deporte con los estudios de Ingeniería de Diseño Industrial. ¿Le alcanza?

El atletismo me despista mucho y me quita tiempo de los estudios, pero vale la pena. Además de eso, no es fácil ponerse a estudiar cuando llegas muy cansado de entrenar. Es muy complicado.

Personas como usted o como Carlos Mayo demuestran que se puede compaginar.

Se puede, aunque no es lo más recomendable porque en España las facilidades para combinar estudios y competición son nulas. La Universidad mira por su lado y el deporte por el suyo. Siento envidia de otros países como Francia, Italia, Alemania o Estados Unidos.

¿Como es un día en su vida?

Me levanto a las 7.30, voy a clase y entreno entre 11.00 y 13.00. Regreso a la Universidad hasta las 14.30, voy a casa y a las 17.30 ya estoy entrenando hasta las 22.00. De ahí, a la cena y la horilla antes de dormir la empleo en estudiar.

¿Queda excluido el ocio?

Totalmente. En épocas de exámenes y competición no existe el ocio en mi vida.

¿Le compensa el sacrificio?

Compensa en satisfacción y en realización personal. Los sueños son locos y vamos a por ellos. Vivimos de ilusiones, nos planteamos retos y los perseguimos. La única respuesta es que el atletismo nos enamora.

Alguien le argumentará que, ni en el mejor de los casos, podrá usted vivir del atletismo.

Sé que no voy a ser rico ni famoso con el atletismo, pero ahí reside tal vez la explicación de su magia. Somos unos locos.

¿Sufre más el día antes de un examen o de una prueba atlética?

El día antes de un Europeo o un Mundial, sin duda. Soy una persona muy nerviosa, pero suelo afrontar las grandes citas con frialdad. Sé mantener la calma en los momentos decisivos.

El récord de España (78,88 m) lleva 22 años vigente. ¿Puede plantearse alcanzarlo en el futuro?

Sin duda que sí. Ahora mismo estoy en proceso de despegue. Estoy progresando a una velocidad que me sorprende a mí mismo.

¿Cómo se mejora en su ámbito?

Cada vez hay que hilar más fino. Es como encajar un puzle de mil millones de piezas, en el que no puede faltar ninguna.

¿De qué piezas habla?

Por ejemplo, la alimentación. Tengo muy asumidos unos hábitos sanos y le añado la suplementación deportiva que me recomienda un nutricionista. Como mucho, pero muy bien. Hay que estar muy equilibrado en todo.

Desde niño se ha acostumbrado a batir plusmarcas.

Tengo varios récords de España y de Aragón. Pero los récords no se piensan, no son la meta primera, sino que son la consecuencia de un trabajo y de objetivos superiores: las grandes pruebas.

¿Cuál es su objetivo más inminente?

El Europeo sub 23, que tendrá lugar en Polonia en julio. Me juego la plaza dos semanas antes en Valencia. Las sensaciones son excelentes... lo conseguiré.

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