Mulo aspira a convertirse en vermutería del Parque Grande de Zaragoza

El Grupo Rocafort, que tiene los restaurantes Tatín y Jalos en Los Porches del Audiorama, apuesta por este pasaje.

Nacho Lorente, en Mulo, una vermutería de corte tradicional en Los Porches.
Nacho Lorente, en Mulo, una vermutería de corte tradicional en Los Porches.
Alejandro Toquero

El Grupo Rocafort, que hasta hace dos años trabajaba de forma simbólica en el sector hostelero, se está haciendo fuerte. Tan solo en Los Porches del Audiorama lleva las riendas del restaurante de menú y de carta Tatín, de la hamburguesería con aire mexicano Jalos y de Mulo, su apertura más reciente, una vermutería de corte tradicional con la que se busca cubrir un hueco que no existía en Los Porches.

Este pasaje tiene su riesgo porque no es un lugar de paso y son muchos los locales que han ido abriendo y cerrando en los últimos años. Pero la intención del Grupo Rocafort parece clara. De alguna forma, se asienta en la idea de que abrir un negocio en un sitio que no está demasiado visible también tiene sus ventajas. Desde luego, si se ofrece calidad de servicio y de producto a unos precios razonables, claro que las tiene, y esta parece ser la apuesta de Mulo.

Entre los vinagrillos, la vista se va hacia las gildas en tres versiones de la barra. La brocheta con aceitunas y piparras se termina de ensartar con mejillones fritos, anchoa o boquerones. A gusto del consumidor. El guardia civil y una salmuera fina completan el trío de clásicos del aperitivo.

Nacho Lorente, con mucha experiencia en el sector hostelero, maneja Mulo a su ritmo. Con el apoyo del grupo, por supuesto, que tiene en su equipo al experto barman Óscar Magín, responsable del vermú de la casa con el que quiere llegar a un público amplio. “Es fácil de beber –comenta–, con el punto dulce equilibrado y el regusto amargo final justo que tanto les gusta a los bebedores de vermú”.

Hace tiempo que se han puesto de moda las raciones de chips de patata con surtido de encurtidos y vinagrillos. En Mulo se acompañan de piparras y aceitunas y, a elegir, boquerones, mejillones y anchoas. Un laterío de calidad –filetes de anchoa en aceite, mejillón en escabeche y berberechos– completa el listado de clásicos de vermutería.

Fuera de ese escenario, entre las raciones hay detalles culinarios que hablan de la calidad del producto: jamón ibérico, queso ahumado Idiazábal y picos artesanos con torta de Casar. Una mención aparte merece la ensaladilla Mulo, en la que encuentran acomodo la patata asada y el boniato.

La vermutería está discretamente ubicada en uno de los pasillos de Los Porches del Audiorama. El local es pequeño y, aunque se puede, no está pensado para acomodarse en su interior. La potencialidad del negocio reside en las 17 mesas de la terraza exterior que miran al Paseo de Isabel la Católica. No son las únicas, ya que ocho más se despliegan en el pasillo interior del pasaje.

“El Parque Grande lo tenemos al lado, y en cuanto la gente nos conozca un poco más estamos seguros de que nuestra propuesta va a encajar muy bien”, comenta Nacho Lorente. Además, también se quiere dar servicio a centros cercanos como la Cámara de Comercio, Mapfre, el Auditorio o Hiberus.

Por la tarde/noche, la idea es que cócteles y combinados le vayan ganando terreno al vermú y que, junto a las raciones, triunfen formatos gastronómicos como las tostadas para un picoteo informal.

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