gastronomía

Monas y culecas que apasionan en Aragón

Estos dulces son el colofón de la Semana Santa y hacen las delicias de los niños y también adultos.

Monas de animales de Lapaca de Huesca.
Monas de animales de Lapaca de Huesca.
Raúl Bernal | Lapaca

Las panaderías y pastelerías son un buen termómetro de lo que está por venir. Desde hace días, los mostradores de las dulcerías auguran la Semana Santa. Entre las torrijas, lo que más admiración acapara son las monas de Pascua. Los niños se relamen pegados a los escaparates y los adultos las compran cumpliendo sus deseos de infancia.

Estos días, cruzar la puerta de estos establecimientos es como entrar en páginas de cuento. Castillos medievales, casitas de setas, minis rojos... Un auténtico safari se disfruta en Lapaca, en la capital oscense. Koalas, osos, jabalís, hipopótamos y hasta unicornios de un personal estilo cautivan en esta pastelería de Huesca, con el título de mejor bombón de España. Sus monas unen calidad y estética.

El estilo de estas creaciones lo idearon en la Pascua de 2012 y sigue levantando pasiones, dentro y fuera de nuestras fronteras. "Se basa en un sistema de esferas y de huevos", las describe Raúl Bernal, su artesano. El proceso de elaboración es meticuloso: se moldean, se pulen, se montan y consigue una textura que deleita antes a los ojos que al paladar. "Los clientes valoran el trabajo que esconde", aplaude Bernal.

Esta tradición de figuras de chocolate, con fuertes lazos en Cataluña, "sigue adelante con interés". "Es más típica del norte de España por nuestras condiciones climáticas", señalan en la zaragozana Bombonera Oro. A la fresca de una planta del edificio se cobijan estadios de fútbol, huevos con relieve hecho a mano y un retrato de Miércoles Adams. "Intentamos replicar personajes de moda, pero también tenemos los tradicionales, además de cofrades, que son de un color y otro en función de la hermandad", añaden a la larga lista. Este año se repite Harry Potter, como en Ascaso.

Monas de Pascua de Tolosana.
Monas de Pascua de Tolosana.
Francisco Jiménez

"Aquí es una tradición más de los abuelos en lugar de los padrinos, como en Barcelona", analiza Jesús Tolosana, de la pastelería del mismo nombre.

En este negocio con raíces en Almudévar elaboran monas desde sus inicios, por lo que han apreciado una evolución, y no solo en cuanto a los motivos –en este sentido, han quitado los muñecos de plástico por seguridad y han apostado por figuras solo de chocolate–. "Se empezó con todo negro, con mucho azúcar y poco cacao -recuerda Tolosana-.    Ahora, aunque haya colores, son veganos en base a frambuesa, por ejemplo. Se huye de colorantes que visualmente quedan muy bien pero no son tan naturales".

Monas de Pascua de Tolosana.
Monas de Pascua de Tolosana.
Francisco Jiménez

"La pastelería también tiene que guardar un argumento de naturalidad, amigable, y es hacia donde vamos", sostiene Jesús, con tiendas en Almudévar, Huesca y Zaragoza.

El cambio de tendencia también pasa por el tamaño de la monas. Mientras que antes la demanda era de grandes piezas, ahora se apuesta por más pequeñas.

Suele ser un regalo de niños, no obstante, en las pastelerías reconocen que esta costumbre no entiende de edad y a pesar de los ahijados y nietos se afeiten tienen su mona. "En muchas casas, aunque no haya niños, se la llevan y el Domingo de Resurrección la rompen en la mesa y comen todos", cuentan en la Bombonera Oro.

Pero estos días no todo es chocolate. En el obrador de Almonacid de la Sierra, además de figuras conejos y gallina de chocolate, estos días son de culecas. Este dulce tiene más fuertes vínculos en Aragón –en algunos pueblos también se llaman monas– y son un bollo con uno o varios huevos, que se quedan duros. "Las hago de tres maneras y estos días de Semana Santa suelo vender unas 800 al día", cuenta Luis Ángel López, al frente de esta panadería. En algunas localidades, como esta de Valdejalón, se regalan a las familias de difuntos de ese año,    por lo que en aquellas casas donde se ha enterrado a alguien desde la última Semana Santa se juntan con numerosas culecas, por lo que las destinan a torrijas. En Bombonera Oro también son un éxito, tanto que este año han innovado al sustituir el huevo de gallina por uno de chocolate tras el horneado.

Todavía quedan unos días para Resurrección, cuando es tradición comer estos lamines, así que los más golosos van a pasar un calvario hasta que llegue, aunque seguro que alguno peca antes.

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