Pamparola, antes Casa Pascualillo, abre sus puertas como buque insignia del nuevo Tubo
El antiguo local de Casa Pascualillo se transforma en un ambicioso proyecto que aúna bar, restaurante y coctelería.
El restaurante Casa Pascualillo ya es historia del Tubo, pero el viernes 24 de marzo regresa de nuevo y lo hace transformado, de alguna forma, en una mariposa. Eso, precisamente, es lo que significa el término aragonés pamparola, el nuevo nombre de la antigua Casa Pascualillo.
Al frente están Ángela Simonetti, Augusto Alois y Massimiliano Buganza. Hace seis años abrieron una pizzería en Valdespartera; en plena pandemia sumaron otro establecimiento más con la napolitana Parthenope y ahora llega su proyecto más ambicioso: Pamparola.
El cambio ha sido como de la noche al día. Quien recuerde Casa Pascualillo y acuda al nuevo local, más o menos se hará una idea de los espacios que había, pero la transformación ha sido absoluta. Lo recorremos junto a Ángela Simonetti, una de las socias, que lo primero que cuenta es que “la mariposa es el insecto que mejor refleja el concepto de evolución y conexión a la tierra; por eso elegimos pamparola”.
Bar, restaurante y coctelería. Tres en uno. Muy resumido esto es lo que representa el nuevo proyecto, “un lugar donde a las once de la mañana puedas tomar un vermú, disfrutar de unas tapas o de la comida, y a media tarde, de un cóctel o una copa antes de la cena”.
Sin salir de Pamparola conviven estos tres ambientes. Además, totalmente diferenciados. El más activo, el que va a estar abierto todo el día, es el que se muestra en la planta calle. Según se entra, hay una gran barra que es como una estación de coctelería para acompañar a las tapas. Ángela insiste: “A los cócteles les queremos dar mucha vida; además, van a ser diferentes en función del sitio donde estés, de cómo lo acompañes y del momento del día”.
También hay un espacio de cocina en vivo con cuatro asientos en forma circular que se reservan para tomar un menú especial, “que en unas ocasiones propondrá nuestro equipo de cocina y en otras elaborarán chefs invitados”. En esta zona hay mesas para tapear o para el menú del día.
El gran comedor que tenía Casa Pascualillo en la planta superior cumplirá la misma función en Pamparola, pero la transformación ha sido radical. La zona cuenta con su bar y cócteles propios. En ella se pueden degustar el menú y la carta, que no es excesivamente grande.
En lo culinario se mima el producto aragonés, pero se apuesta por la fusión con cocinas del mundo. Además, con una idea permanente de cambio y evolución. A partir del viernes, por ejemplo, se va mirar a recetarios de países del sur de Europa como Portugal, Italia o Grecia, pero dentro de unos meses todo será distinto.
Hay espacio para 120 comensales, así que la zona es grande. También cuenta con una sala que se puede reservar para eventos privados o para reuniones de trabajo, y con un piano para música en vivo.
Finalmente, la planta sótano es la que más responde al concepto de coctelería. Es el espacio más recogido e íntimo, pero que al mismo tiempo se puede transformar en un escenario con sesiones de Dj,s, eventos o presentaciones. En fin, un lugar muy dinámico y enfocado al disfrute.
Por cierto, el diseño de Pamparola tiene un aire entre art decó y vintage con gran protagonismo de elementos geométricos: en los papeles pintados, en las mesas hexagonales... Y redondeando todo, el tres como número mágico: tres socios, tres plantas, tres modelos hosteleros, tres propuestas cocteleras...
“Nos gusta mucho el Tubo –comenta Ángela Simonetti– y sin perder la esencia de lo que representa, buscamos una evolución”. La inversión y el tiempo que ha costado que viera la luz han sido importantes. Pamparola aspira a ser el buque insignia del nuevo Tubo, un proyecto del que se hable y que tenga visibilidad más allá de las fronteras aragonesas. El viernes 24 echa a andar.
