En la copa

Apuesta al naranja en los vinos de la ribera del Jiloca

Daroca Bodega, con viura y macabeo, y Pago de la Boticaria, con garnacha blanca, se abren a las nuevas líneas.

Las tres nuevas propuestas de vinos naranjas.
Las tres nuevas propuestas de vinos naranjas.
Macipe

La gama cromática en torno al vino se ha ido ampliando en los últimos años y la apuesta por los tonos anaranjados va ganando paulatinamente adeptos. Prueba o consecuencia de ello es que en el eje que traza la ribera del río Jiloca hay un par de iniciativas que se han sumado a la línea de los llamados ‘orange wine’ o vinos naranjas. Se trata de los proyectos lanzados por Daroca Bodega, enseña de la cooperativa Santo Tomás de Aquino, y por la bodega Pago de la Boticaria.

En este último caso, sus esfuerzos se centran en una sola línea: el Viña Satoshi Orange. "Se realiza únicamente con garnachas blancas de cepas muy viejas, de 70 a 110 años, y todo en ecológico certificado", explica Pilar Herrero González, antes farmacéutica y ahora formada como enóloga, que está al frente de Pago de la Boticaria. La primera cosecha fue la de 2021 y el resultado, describe, es un vino "fresco, con un ph de 3 o 13o".

Para servirse, apunta Herrero, lo recomendable es hacerlo a una temperatura que ronde los 12 o 13 oC. En su caso, puntualiza que "es un vino que aunque esté elaborado a partir de variedad blanca se tiene que interpretar como si fuera un tinto". "No se desfanga y no se prensa. Fermenta con el hollejo y de ahí viene ese color naranja. No se añade nada ni se corrige ni acidez ni grado alcohólico", describe.

El resultado es una tonalidad que recuerda a un níspero. "El sabor en nariz es como un flan de caramelo. Es fresco", detalla Herrero. En este sentido, remarca que "nunca debe tomarse con hielo, por favor", dice entre el humor y el ruego. Detrás de cada botella, la enóloga remarca que "hay dos meses en depósito y entre cinco y seis meses en barrica de roble americano y en roble húngaro".

Para Herrero, en pleno proceso de culminar un doctorado sobre las levaduras de los suelos de su explotación, el secreto está en cuidar al máximo hasta el último detalle, empezando por el cuidado de la vid. "La microbiota del suelo lo permite y sin utilizar herbicidas cuidas que salga adelante. Favoreces que use su propia levadura", indica. Eso, valora, "hace que tenga su propia identidad y que los vinos nunca sean iguales".

La blanca de Daroca

En la cooperativa de Santo Tomás, se embarcaron en el proceso hace más de dos años con este tipo de vino y lo hacen a través de dos líneas de su marca Laderas del Jiloca: Vino Naranja, añada de 2021 con 2.250 botellas, y Blanca de Daroca. 'Orange wine', con la de 2020 y 1.400 botellas. Ambas se obtienen de variedad macabeo en cepas de más de 75 años. "Es una manera de hacer ver que el macabeo tiene muchas posibilidades", indica Juan Manuel Gonzalvo, enólogo del proyecto.

En ambos casos son fincas a unos 900 metros en el entorno del afluente del Jalón, de suelos pizarrosos, con climas áridos y secos y donde la vendimia es puramente manual. En el caso del Vino Naranja, la fermentación se hace con la inmersión de los hollejos durante 20 días con 13,5 grados. Por lo que respecta al Orange, el tiempo se va hasta los 40 días, con 9 meses de crianza en barricas de 300 litros y 14,5 grados.

"Este –en referencia al último– tiene una mayor complejidad, pero ha ganado suavidad y equilibrio. Está más cercano al tinto, tiene más tanino", describe. En lo que se refiere al naranja, él lo encuentra como "más atrevido" y relata que "al estar en menos contacto con las pieles (los hollejos) y menos en madera es más dulce". "Es más popular para todos los paladares", concluye.

Mediante estas dos iniciativas, Gonzalvo argumenta que, aun teniendo una apuesta rotunda por la garnacha, es una manera de "dar protagonismo al macabeo, que en otras zonas se ha sacado más rendimiento y aquí, que casi lo tenemos por castigo, no se le valora".

Entre los secretos, matiza el responsable, ha estado la utilización de seis barricas ya usadas y que pertinentemente se limpiaron. "Tendrán 10 o 11 años y los dos tipos de vino han estado entre 8 y 9 meses", comenta. Ambos cuentan con el sello de la IGP Ribera del Jiloca.

Hasta el momento, la respuesta en el mercado ha sido positiva a juicio de Gonzalvo. "De Orange saldrán cada año 1.000 como máximo. Este año solo quedan 100. Y de Naranja, había algo más y quedan 800", detalla. Por todo ello considera que han contado con "cierto éxito".    

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