El mejor bar de vinos alternativos de España está en Zaragoza

Un winebar zaragozano ha recibido la distinción de la International Wine Challenge en el hotel Palace de Madrid.

Natalia Martínez y Rubén Martín.
Natalia Martínez y Rubén Martín.
Alejandro Toquero

Amontillado Winebar&Tienda (c/ Hermanos García Mercadal, 5. Zaragoza) es el mejor bar de vinos alternativos de 2022 de España. Esto es lo que ha decidido un prestigioso jurado presidido por el Master of Wine, Pedro Ballesteros, en el hotel Palace de Madrid.

Natalia Martínez y Rubén Martín recibieron este lunes el reconocimiento con euforia. Hace apenas dos años que abrieron Amontillado y en tan poco tiempo han consolidado un proyecto con sólidos cimientos. El mérito de este premio, además, es que ellos no se han postulado. Su establecimiento ha sido seleccionado entre varios finalistas de toda España y un jurado de expertos es el que ha tomado la decisión.

Este galardón, junto a otras categorías como mejor bar físico, tienda presencial y 'on line' o mejor hotel de vinos, lo otorga la entidad International Wine Challenge, que en 2016 empezó a conceder estos reconocimientos en España.

Natalia Martínez y Rubén Martín recogieron este lunes el premio en el hotel Palace.
Natalia Martínez y Rubén Martín recogieron este lunes el premio en el hotel Palace.
H. A.

Hasta ahora, en ediciones anteriores, los locales premiados habían sido de Madrid y Barcelona, así que no es una mala señal que este año haya llegado a la capital aragonesa. “No hemos dejado de hacer cosas para atraer a la gente al mundo del vino –comenta Natalia– y estamos muy contentos de que este trabajo haya tenido esta recompensa, que si la comparamos con el cine sería algo así como haber conseguido un Goya”.

Acercarse a Amontillado supone descubrir un mundo nuevo alrededor del vino. Los suyos no son populares. Los hay de Aragón, del resto de España y del mundo, pero más del 90% son de pequeños elaboradores, aunque algún clásico se cuela en las estanterías como Valbuena 5º Año de Ribera de Duero.

La experiencia en Amontillado alrededor del vino es desenfadada. Y, además, didáctica y divertida. A esto último, por ejemplo, invita la posibilidad de catar a ciegas. Sobre la mesa se muestran varias botellas tapadas con la única referencia del precio. Al cliente se le pregunta si lo quiere blanco o tinto, y lo siguiente es enjuagar en la boca, catar e intentar descubrir sus peculiaridades de la mano de los dos expertos. En definitiva, aprender y jugar al mismo tiempo. Quitarle protocolo y seriedad al vino.

La parte gastronómica está muy cuidada en este winebar.
La parte gastronómica está muy cuidada en este winebar.
A. T.

A conseguirlo ayuda el abanico de alrededor de 50 referencias para tomar por copas. La idea es que cambien cada dos meses, así que difícilmente uno se puede aburrir de probar cosas. Solo unos permanecen casi siempre: el atípico verdejo Cucú, que expresa cómo es esta variedad al margen de sus tan explotadas notas exóticas; Artuke, de Rioja Alavesa, o algunos de los que ofrecen los Master of Wine aragoneses Fernando Mora y Norrel Robertson.

Los gustos de los propietarios miran hacia el sur, así que alrededor de finos, olorosos y manzanillas se despliegan muchas propuestas. Pero en Amontillado no solo se bebe, también se come. Para un picoteo informal hay vinagrillos, croquetas, quesos, embutidos y cada vez aparecen más raciones para maridar con los vinos que mejor les van.

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