gastronomía
El Concurso de Tapas de Zaragoza evoluciona en la forma y en el fondo tras 27 años
Un abanico amplio de presentaciones, trampantojos y fusiones de cocinas del mundo protagonizan la recta final del certamen.
El Concurso de Tapas de Zaragoza y Provincia se acerca a su recta final. Hasta el domingo 13 de noviembre todavía se pueden probar las más 120 tapas que ofrecen los 90 establecimientos participantes. El listado, con sus propuestas, puede consultarse en: www. concursodetapaszaragoza.com.
El precio es muy atractivo dada la elaboración que llevan la mayoría de las tapas (3,50 euros, incluida la bebida). En este detalle, precisamente, pone el acento este reportaje, en cómo han evolucionado las presentaciones a lo largo de los 27 años de trayectoria del concurso.
El gerente de la Asociación Cafés y Bares, Luis Femia, lo expone con claridad: “Desde los primeros concursos, en los que casi todo eran rebozados, se ha dado un salto cualitativo tremendo y hoy casi se puede decir que es un tipo de elaboración a extinguir”.
Realmente no es así porque sigue habiendo establecimientos que siguen apostando por estas propuestas, como Espumosos, Caribe Park o Berlanga, pero lo cierto es la imaginación de los cocineros ha dado mucho de sí en esta edición.
En la categoría de trampantojos, el café Fire (c/ Andrés Ruiz Castillo, 4), que se autodenomina como un local de comida callejera de autor, presenta una tapa muy llamativa. Magañico Temptation Aragonesa, se llama. Es como un helado de palo que en su interior ofrece una curiosa combinación de sabores y texturas. La Bocca (c/ Madre Vedruna, 6) se decanta por Boccula, un polo de micuit de foie con gelée de cuba libre al aroma de vainilla y cobertura de chocolate.
En El Rincón de Sas (c/ Blasón Aragonés, 6), el cocinero Daniel Fernández presenta tres tapas, pero el Aragon-ito (ovillo aragonés) es la más llamativa. La madeja está lacada con un caramelo de soja y los ajetes se presentan en una crema en la base. Japón y Aragón se dan la mano en esta curiosa iniciativa.
En el sirio Buena Cara (c/ Cortes de Aragón, 30), las virutas de ternasco de Aragón a las siete especias se exponen sobre una especie de cesta de mimbre, con piñones, granada y una cama de berenjena asada con sirope de sésamo. Todo un despliegue de sabores.
El café Chicago (c/ Batalla de Bailén, 1) se ha propuesto hacerle un homenaje a la plaza de toros de La Misericordia. Así se llama la tapa, que en la forma se ofrece como un canutillo crujiente de maíz relleno de melosa de rabo de toro.
Un mosaico de trucha y albahaca es la opción elegida por Mazmorra by Macera (avda. Valle de Broto, 18). Un aire de manzana verde y lima esconde una sugerencia combinación en la que la crujiente alga nori y el yogur agrio aportan curiosas sensaciones en el paladar.
El de Luis Vicente, en El Escondite (Pº. de los Rosales, 30) supone un interesante ejercicio que resume Aragón en un bocado: mini torrija, tomate de Barbastro, borraja, trucha del Cinca, tapenade de oliva negra, melocotón... No se puede pedir más.
En La Milonga (quiosco del parque Pignatelli) se han decantado por darle volumen a su tapa y mucho sabor, el que aportan una gamba langostinera, mango, caviar de moscatel y perla americana de bogavante. Una opción muy cosmopolita.
Un volován es el contenedor elegido por La Tasca del Tubo (c/ Libertad, 3) para presentar su versión de una carbonara, mientras que Vita Taberna (c/ Bruno Solano, 4) muestra en un cofre su tesoro escondido del Cinca, una trucha salmonada ahumada con sus huevas sobre lecho de río de aguacate.
Entre este muestrario de propuestas, la que ofrece El Triana (c/ Estébanes, 7), en la forma y en el fondo, es una de las más radicales. Marymar lleva por nombre y es una tapa de arenque con sus raspas rebozadas. La probaron hace unas semanas para ver la aceptación de la clientela y está funcionando. A ver cómo le va en el Concurso de Tapas de Zaragoza.
