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Los vinos más especiales de Emilio Moro
La bodega de Ribera del Duero presentó su innovación alrededor de las variedades godello y tinta fina.
El restaurante El Foro de Zaragoza acogió este jueves una cena maridada con los vinos más destacados de Bodegas Emilio Moro de la denominación de origen Ribera del Duero. Fue un encuentro especial porque hasta ahora no se había hecho una cata parecida en Zaragoza.
El presidente de la compañía, Javier Moro, se encargó personalmente de darlos a conocer durante la velada. Él forma parte de la tercera generación de la familia Moro, asentada en Pesquera de Duero (Valladolid). A la cita asistieron 20 personas de distintos ámbitos empresariales y sociales, que tuvieron la oportunidad de apreciar la singularidad de estos vinos.
El propietario de El Foro, Roberto Machín, ejerció de anfitrión. Él y Javier mantienen una buena relación de amistad, que finalmente hizo realidad este encuentro a la mesa. El propietario de la bodega ofreció algunas pinceladas sobre su historia. "La primera generación de nuestra familia plantó diferentes variedades y con el paso del tiempo comprobó que la que mejor se adaptaba al suelo y al clima era la tempranillo".
Desde entonces, prosiguió, la innovación ha estado muy presente en su trabajo. "Nació con Emilio Moro, al plantar el clon de tinta fina y, con él, diferenciarnos para siempre. Desde ese momento no hemos dejado de innovar desarrollando levaduras autóctonas, los cuadernos de campo digitales, pasando por los drones o la geolocalización en viñedo".
Ese clon de variedad tinta fina, familia de la tempranillo, es el que desde hace más de 100 años se ha ido injertando en las 250 hectáreas de viñedo que tiene la bodega en producción. Javier explicó que "el racimo presenta una morfología con uvas pequeñas, donde hay más concentración, menos agua y pieles más gruesas que permiten elaborar vinos muy concentrados".
Pero Emilio Moro no solo está presente en Ribera del Duero. También cuenta con una bodega en El Bierzo, donde se elaboran los blancos de la variedad godello. En la cena maridada se probaron dos: El Zarzal 2020 y La Revelia 2019.
"Hacemos godellos con mentalidad de crianza que encajan bien con comidas consistentes", explicó el propietario de la bodega. En el caso de El Zarzal, criado durante nueve meses en fudres de 2.500 litros, mientras que La Revelia tiene una crianza en barricas de 500 litros el mismo tiempo.
"Con ellos queremos transmitir la idea de unos vinos gourmet, con estructura, cuerpo y un punto de grasa; acompañan perfectamente platos como los que estamos disfrutando". En el caso de los blancos, el maridaje se hizo con una coca de sardina ahumada y anguila, y con migas con frutas y foie de Santa Cilia.
En la actualidad, Bodegas Emilio Moro elabora ocho vinos tintos que se exportan a más de 70 países. En la cena zaragozana se probaron tres de los más especiales. En primer lugar, el Malleolus de Valderramiro 2018 procedente de un viñedo plantado en 1924. "Muestra el carácter más puro de nuestra tinta fina con toda su potencia, estructura y gran intensidad". Encajó a la perfección con el ‘roastbeef’ de ternasco de Aragón que preparó el cocinero Pedro Martín.
De otro pequeño viñedo de una hectárea procede el Malleolus Sanchomartín, del que se consiguen poco más de tres mil botellas anuales. Su expresividad y la combinación de matices acompañaron perfectamente a una receta de esturión de El Grado.
Para el estofado de toro de lidia envuelto en pasta de arroz se dejó la joya de la bodega: Clon de la Familia 2016. De él se obtienen mil botellas cada año. "Eso sí, si es excelente –matizó Javier Moro– porque si la añada no es buena no se elaboran estos tres tintos".
El Clon 2016 también se maridó con el postre, Viaje por el chocolate. En los dos casos, este vino dejó la sensación de ofrecer la máxima expresión de potencia y elegancia de la tinta fina.
