fiestas del pilar

La ruta del almuerzo, antes y después de las vaquillas

Los bares del entorno de la plaza de toros son lugar de aprovisionamiento antes y después de la sesión matinal de vaquillas.

Manolo Franco, de Ambrosio y Justino.
Manolo Franco, de Ambrosio y Justino.
Montañés

"Huevos fritos con patatas y jamón, longaniza o lomo". Ese el almuerzo por excelencia para Mateo Catalán, un peñista zaragozano que, aunque no vaya todos los días a las vaquillas, suele almorzar de camino a su casa desde Espacio Zity. El bar ya le da más igual, "el que esté abierto y pille de paso". Según el cartel del concierto de la noche anterior, encontrar una mesa puede convertirse en una ardua labor.

Las vaquillas empiezan a las 8.00, pero la actividad en los bares del entorno de la plaza de toros comienza pasadas las 5.00. Sirven cafés u otras bebidas calientes acompañadas de churros. "Tenemos bocadillos de cinco o seis sabores", explica Manolo Franco, de Ambrosio y Justino, un restaurante de la calle de Ramón y Cajal y con vistas a la Misericordia. Este año toman la alternativa en las fiestas, ya que abrieron hace un año y cuatro meses y todavía no habían vivido unos festejos taurinos como estos. Todo apunta a que saldrán por la puerta grande, porque para los días 12 y 14 ya tienen casi todo reservado desde hace tiempo.

Por hambre se hace fila. "La primera mañana de las fiestas ya teníamos la terraza llena antes de abrir", recuerdan en el 122, en la misma calle esquina con Fernando Solsona. A las 8.00 se calma el trabajo, pero hasta las 7.30 es intenso.

El equipo del bar 122, junto a la plaza de toros de Zaragoza.
El equipo del bar 122, junto a la plaza de toros de Zaragoza.
Montañés

El menú es similar en todos los establecimientos. Unos piden bocadillos de bacon y queso, lomo, tortilla de patata, calamares, panceta o chistorra. "A los 30 bocadillos llegamos en poco rato", calcula Elena, desde el otro lado de la barra de El Rincón de Tito, en el paseo de María Agustín. También huevos fritos con patatas y rotos. Elena destaca la calidad de algunos sus rotos y de la tortilla porque los huevos son de corral.

"Beben, sí. Comen, también", ríe Marta de Ubicación 51 –antes Cajal-, frente al Hospital de Provincial de Nuestra Señora de Gracia, otro de los lugares donde se dan cita jóvenes para almorzar. Además, hasta este bar llegan también los clientes de discotecas cercanas, del entorno de la plaza de Salamero. La retahíla de bocadillos es larga: "Tanto que cuando se lo digo de carrerilla desisten y me piden una caña", bromea la camarera. El precio del almuerzo son 6,5 euros, bebida al margen, pero suelen pedir una botella de agua grande para compartir.

Algunos de los aficionados –de todas las edades, aunque jóvenes en su mayoría- que se deciden por almorzar antes de las vaquillas, regresan después de la sesión. "¡Yo creo que no duermen!", confiesan en el Ubicación 51. El mismo testimonio repiten en el resto de bares y restaurantes consultados y que son punto de encuentro de peñistas y ciudadanos a los que el sol les sorprende todavía de fiesta.

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