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Novedades en vinos con gen aragonés desde la Ribera del Duero

Pedro Aibar trabajó durante más 20 años en Somontano y ahora es uno de los padres de Tr3smano.

Aibar brinda ante cuatro de sus vinos de Tr3smano.
Aibar brinda ante cuatro de sus vinos de Tr3smano.
A. Toquero

Un aragonés, un alavés y un mexicano se encuentran entre Peñafiel y Quintanilla de Onésimo y hacen vino. Esto puede parecer un chiste –y así lo cuenta Pedro Aibar–, pero en realidad es la historia de tres amigos que se han unido para disfrutar. "Queríamos divertirnos con lo que nos gusta, a nosotros y a nuestros amigos", cuenta Aibar, natural de Magallón. Fernando RemÍrez de Ganuza y José Ramón Ruiz son las otras manos de esta bodega y que le dan nombre, Tr3smano.

Esa filosofía nace en la "milla de oro" de la Ribera del Duero y se sirve en copa. Las de Tr3smano son unas propuestas muy elegantes, finas y divertidas a la vez, que seducen a paladares de todo tipo.

"Este es una novedad", dice mientras levanta una copa de Lagar de Proventus de Albarinho. Aibar reconoce que es "una vuelta de tuerca" de flor cítrica y blanca, con matices que envuelven con cierto acento portugués. Este "reto" ha sido una "motivación" para Pedro, tal y como confiesa.

"Un vino es bueno si hay un buen producto", defiende con criterio Aibar. Los suyos son redondos, como el anterior y los Tr3smano. En el tinto, intenso con tonos rojo cereza, se aprecian las notas expresivas de la fruta madura. Otro es el Tm, vendimiado por separado y cuyo nombre hace honor a su vinculación con México, donde venden. «Tm puede ser ‘a toda madre’», algo que significa estupendo. En todos ellos, la selección es relevante.

Relata un paisaje de postal. El Duero abraza las colinas de pizarras en las que se despliegan, de gran pendiente, expone Aibar, ya que la diferencia entre los altos y los bajos puede ser de hasta 300 metros. Además, está influenciado por un viento frío que viene del Cantábrico y que se convierte en seco, gracias a los Picos de Europa que hacen de barrera natural. "Es un viñedo antiguo que se extiende en unas 62 hectáreas", explica Pedro sobre este paraje que Remírez de Ganuza regenta desde hace años. Con la misma pasión que habla de estos viñedos vallisoletanos mima sus cepas borjanas.

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