Una ruta por la cocina sudamericana antes de acercarse al Vive Latino Zaragoza
Los restaurantes Molarepa, Perú Sabor, Pizza Negra, Punto Gastronómico, La Hueca y Charrúa ofrecen un interesante recetario.
El festival Vive Latino Zaragoza se acerca y para ir calentando motores no solo merece la pena acercarse a él a través de la música. La gastronomía también ayuda a ambientarse, así que no está de más tener en cuenta las tres rutas que, en forma de propuestas culinarias, vamos a sugerir en HERALDO.
Restaurantes sudamericanos, centroamericanos y, en general, locales donde se pueden probar tapas latinas. Esta es la propuesta, que en este reportaje se inicia en Sudamérica. Mucho donde elegir alrededor de recetarios coloristas y sabrosos que ofrecen un panorama culinario amplio.
Esta primera ruta gastronómica comienza en Venezuela. En los últimos años han crecido mucho los establecimientos de este país en Zaragoza alrededor de la popularidad de las arepas, pero uno de los más destacados es Molarepa, que tiene dos locales (c/ José Luis Albareda, 3 y c/ Santa Catalina, 1).
En este restaurante, las arepas se pueden rellenar de uno o varios ingredientes (carne mechada, pollo, queso llanero o amarillo), u optar por las versiones ´premium`, entre las que destaca la pabellón, cuyo contenido es un resumen de uno de los platos más típicos de Venezuela: caraotas (alubias negras), carne de ternera mechada, queso y plátano frito maduro.
Pero tal vez la mejor forma de introducirse en la propuesta gastronómica de este país es probando las cachapas, unas tortitas elaboradas con maíz tierno, leche y huevo, que se rellenan de queso; optar por algunas de las empanadas de la carta o por los tequeños.
Entre los postres, la leche condensada es uno de los productos que más aprecian en Venezuela. Es la gran protagonista de la tarta tres leches. Y la chicha, aunque es una bebida, tiene la consideración de dulce colofón de una comida. Es parecida al arroz con leche, pero en versión líquida.
La banda de rock Caligaris seguro que ofrece mucho ambiente en su concierto. Sus integrantes son argentinos, como algunos de los socios de Pizza Negra, que tienen dos locales en Zaragoza (c/ Félix Burriel, 7 y c/ Baltasar Gracián, 19).
La base de sus pizzas es muy particular, porque a los ingredientes básicos –harina, agua y levadura– se une el punto diferencial de prepararla negra empleando tinta de calamar, además de otros detalles como un suave y aromático toque de ajo.
La presencia de esta tinta está muy testada y se ofrece en todas las pizzas de la carta. Eso sí, no es obligatoria, ya que todo el catálogo está disponible en la masa blanca tradicional. De hecho, es la que más se vende. También se pueden degustar empanadillas argentinas y, de postre, panacota casera.
Entre los restaurantes de cocina peruana de la capital aragonesa, la propuesta de Christian Thorne en Perú Sabor (c/ del Trabajo, 9) es una de las más auténticas. Influencias de Japón, China, Italia y España se dan cita en este local alrededor de recetas y productos peruanos, o al revés. Y luego, claro, está la creatividad, que ha hecho tan popular la cocina fusión.
Perú Sabor propone conocer una docena de platos tradicionales de este país latinoamericano, la esencia de su gastronomía. El producto estrella es el ceviche. Se recomienda degustarlo de corvina, ya que es el que ofrece unas sensaciones más agradables tras el marinado.
Otros entrantes típicos de Perú son el tamal (pastel de maíz relleno de carne y cocido al vapor durante tres horas) o la causa limeña de pollo o atún. Y la versión de nuestras populares patatas bravas bien podrían ser las papas a la huancaína, que se presentan con crema de queso y ají amarillo. Entre los platos principales, además del pollo a la brasa, uno de los más contundentes es el lomo salteado.
Una idea amplia y de mucho nivel de la gastronomía latina se puede experimentar en Punto Gastronómico (c/ Mefisto, 3), donde los chefs Alex Vargas y Adam Val ofrecen una propuesta atrevida y fresca de cocina fusión, nikkei, chifa y peruana. El sabor, la técnica y el respeto hacia el producto son los que marcan el camino de su recetario moderno arraigado en la tradición.
Hasta el barrio de Las Fuentes hay que acercarse para probar la opción más interesante que llega de Ecuador. La Hueca se llama (c/ Leopoldo Romeo, 22) y tiene una carta amplia de especialidades de este país: ceviche, yahuarlocro, llapingacho, hornado, fritada, combinado de mariscos, dorada frita con patacones… Mucho donde elegir.
Finalmente, la gastronomía de Uruguay está muy bien representada en el barrio de La Almozara. En el restaurante Charrúa (avda. de Pablo Gargallo, 35), las carnes son las grandes protagonistas, pero antes de llegar a ellas conviene acercarse a otras propuestas. La molleja y el choto –la versión uruguaya de la madeja– son dos despieces humildes en los que la brasa deja su impronta. Crujientes por fuera y jugosos por dentro.
En el horno brasa también se prepara el pimiento morrón relleno de ternera especiada coronado con queso provolone. Entre los entrantes, el surtido de empanadillas es amplio, y también conviene acercarse a la receta familiar del chorizo criollo y a las morcillas dulce y salada, sin arroz, muy diferentes a las españolas.
Un menú uruguayo no puede concluir sin degustar un postre laminero. El dulce de leche, que tantas pasiones levanta en este país, está presente en varios: el panqueque y el chajá.
