Hojaldre y nata bajo la figura de Bayeu en Sariñena

La Pastelería Trallero, ubicada en Sariñena, ha lanzado una nueva especialidad ligada al patrimonio de Los Monegros. ‘Bayeu, el cartujo’ da nombre a su nuevo lamín, un pastel de hojaldre y nata, con un toque de yogur y fresa, que rinde homenaje al autor de las pinturas murales de la Cartuja de Nuestra Señora de las Fuentes, en Sariñena.

El binomio entre pastelería y cultura impregna este negocio familiar. Para explicarlo, basta con conocer el perfil del ‘alma mater’ de su obrador, Salvador Trallero. El monegrino conjuga su labor como pastelero con su faceta de editor e investigador y, además, es el promotor de diferentes actividades culturales. Hace cinco años, el establecimiento ya creó un postre inspirado en el otro gran monumento de Los Monegros, el monasterio de Sijena, que lleva por nombre ‘Sixena’ y que sigue con éxito en sus mostradores. También tiene un postre dedicado al patrón de Sariñena, San Antolín, y otro inspirado en la festividad de San Isidro.

«Para nosotros, es una forma de innovar, es decir, de ofrecer algo nuevo a los clientes con el ánimo de dar vida al negocio e incentivar el consumo tras dos años marcados por la pandemia. También buscamos contribuir a la difusión de nuestro patrimonio. Fray Manuel Bayeu dejó su impronta en Los Monegros con una obra extensa y magnífica que merece ser apreciada y conocida», explica Trallero. A través de este nuevo postre, el pastelero también pretende «celebrar» el resurgir de la Cartuja. De hecho, llega en el mejor momento, ya que la Diputación Provincial de Huesca, actual propietaria del enclave, está inmersa en la restauración de la obra pictórica del que fuera cuñado de Goya.

El nuevo dulce conjuga un elemento clásico de la pastelería, el hojaldre, con una de las especialidades de este establecimiento, la nata, conocida por su «ligereza y suavidad», indica Trallero. Se presenta en una caja de nueve unidades, donde se muestra un autorretrato de fray Manuel Bayeu y una fotografía de la Cartuja. Camino de sus 60 años de historia, el negocio mantiene intactas sus señas de identidad: «la calidad de nuestros productos y la cercanía con el cliente», añade el pastelero. Dentro del establecimiento también está presente su faceta de editor e investigador, con una estantería dedicada a algunas de sus más de 30 publicaciones. La última en incorporarse es ‘El buen yantar’, donde recopila elaboraciones populares en retroceso como las sopas de ajo, las cabecicas asadas o el pan con vino. Las recetas se las ha «cantado» su madre, Margarita Anoro, fundadora, junto a su padre, de la Pastelería Trallero.