"Cerramos el bar El Arco, de Paniza desde el próximo lunes 28 de marzo". Así arrancaba el mensaje de despedida de uno de esos rara avis de la geografía aragonesa que conseguía un movimiento no siempre sencillo: que los vecinos de Zaragoza y otras localidades viajasen de propio a otro municipio para probar la especialidad de un bar. 

El Arco lo conseguía gracias, entre otros bocados, a sus anchoas, que popularizó su impulsor, Alberto Báguena, quien se jubiló hace menos de un año. El local se caracterizaba por trabajar la mejor anchoa del Cantábrico, pero también por otros manjares: setas de la zona, bacalao, alcachofas de Tudela con virutas de foie de Santa Eulalia, atún rojo...

Alberto dejó el local en manos de dos empleados, Cami y Juan, que han mantenido e incluso subido el nivel. Ahora, por la baja maternal de ella y de otra compañera, han decidido cerrar por un tiempo. "Queridos amigos, clientes y todo aquel que ha visitado El Arco de Paniza, os damos las gracias de corazón por vuestro apoyo, cariño y amistad. Ha sido un orgullo serviros y dar lo mejor de nosotros mismos. Ha sido una experiencia maravillosa que llega a su fin. El futuro no está escrito. Y por eso queremos decir que esperamos sea un cierre temporal y nos podamos volver y abrazar y brindar por su reapertura en un futuro. Mil gracias a todos", indica la pareja en el comunicado compartido en Facebook.

Por su parte, Alberto Báguena, propietario del local, mantiene la firme esperanza de que los clientes regresen más pronto que tarde, "en unos seis meses, aproximadamente". "La clientela de este bar es muy fiel y la gente, cuando se enteró, se puso muy triste. Aquí viene gente a comer de muchos sitios porque sabe que va a tener buen producto, buena mano en la cocina y unos precios más que razonables", valora.