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Lagar d'Amprius: los vinos del Matarraña que se disfrutan con calma

Amprius Lagar, bodega turolense con trayectoria ascendente, presenta tres de sus monovarietales.

Garnacha 2017, Syrah 92/300 y Kolenda (elaborado con uva gewurztraminer), de la bodega Amprius Lagar.
Garnacha 2017, Syrah 92/300 y Kolenda (elaborado con uva gewurztraminer), de la bodega Amprius Lagar.
Gabi Orte

En pocos países se tiene el morro tan fino como en Japón. Y no es casualidad que en la potencia asiática hayan recalado mil botellas del Garnacha 2017 de Amprius Lagar, lo que supone una de cada nueve de esta edición limitada. Se trata de un vino suave con el que hay que ser paciente porque le cuesta algo abrirse y que gana una vez ha respirado. Es entonces cuando despliega sus encantos. «No es una garnacha al uso, es más ligera que lo que estamos acostumbrados», comentó Víctor Martínez, gerente de la bodega, que pertenece a la I. G. P. Bajo Aragón y viene protagonizando una trayectoria ascendente desde que comenzó su actividad en 2009.

Este Garnacha 2017 da sus primeros pasos en las fincas de Calaceite y Arens de Lledó. La limitación extrema en la producción (1,5/kg por cepa) canaliza todo su potencial hacia el resultado final.

La puesta de largo de este vino se desarrolló en una cena maridada en el restaurante Labamba de Zaragoza. Los pases se acompañaron también con otras dos elaboraciones de la bodega, a destacar el Syrah 92/300 (cosecha de 2016). Las cifras del nombre tienen una sencilla explicación: 92 son las barricas que tiene la bodega y 300 los días que, como mínimo, ha pasado entre maderas. Es el primer Lagar d’Amprius compuesto al 100% por uva de la variedad syrah y, como su hermano de bodega, un vino para tomar con calma, para dejar que se exprese con el paso de los minutos. Este noble (la acepción que se emplea en las I. G. P. y que equivale a la crianza) deja recuerdos de frutos negros maduros, aromas especiados y trufados. Encuentra un equilibrio entre la fruta y la justa presencia de la madera del roble Y se puede considerar gastronómico.

Lo gélido de estos días propició que el Kolenda 2018, de uva gewurztraminer, reposara antes de la cata en las fresqueras del restaurante, en pleno casco histórico de la capital aragonesa, donde tomó una baja temperatura más que propicia para su disfrute.

Es un vino muy fresco y floral, en el que también se limita la producción a un 1,5 kg/cepa. Esta bonita botella que hace alusión a la Ruta del… Tambor y el Bombo, una tradición muy arraigada en el Bajo Aragón, contiene la variedad Gewürztraminer, vino único y especial, manteniendo la tipicidad de la variedad pero a su vez enseñando su carácter mediterráneo.

Las tres elaboraciones acompañaron platos de Alberto Brosed como las patatas bambita, una interpretación de la causa limeña, lomo de bacalao confitado con toffe de cebolla o el roll de pollo tikka masala con tzatziqui.

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