gastronomía

Abejas de Alcañiz y manos de San Juan de Plan dan forma a una miel de romero de campeonato

La Abella Chistabina se ha impuesto en su categoría en la cata con jurado organizada por Mieladictos, portal de referencia del sector.

Miel de romero de La Abella Chistabina, cuyo obrador se encuentra en San Juan de Plan.
Miel de romero de La Abella Chistabina, cuyo obrador se encuentra en San Juan de Plan.
HERALDO

La distancia entre el Bajo Aragón y el Sobrarbe es grande, pero no lo suficiente para impedir que entre ambas comarcas, mano a mano, se elabore una miel de campeonato. Se trata de la variedad de romero de La Abella Chistabina, una pequeña empresa con el obrador en el término municipal de San Juan de Plan, pero cuyas colmenas, o al menos parte de ellas, se ubican en Alcañiz, donde el producto da sus primeros aleteos.

El alimento ha sido distinguido por un jurado profesional en la cata organizada por Mieladictos, portal de referencia del sector, como el mejor entre las aspirantes en la categoría de mieles de romero. Pero, ¿cuál es el porqué de ese viaje a lo largo de Aragón? ¿Por qué las abejas se afanan tan lejos de la sede? "El Bajo Aragón es una zona temprana y el romero florece entre febrero y marzo, un poco antes que en otras zonas. De este modo ganas más horas de sol, de temperatura", indica Gonzalo Ferrer, de 39 años y natural de San Juan de Plan.

La variedad de romero está teniendo muy buena aceptación en el mercado, donde los entre 3.000 y 4.000 kilos que salen a la venta cada año que hay producción se despachan con cierta rapidez a un precio de 8,5 euros el bote de kilo. El envase menor, de 500 gramos, tiene un precio de venta al público de 5,50 euros.

El premio gana relevancia si se piensa en la trayectoria del productor, que en 2011 no tenía todavía conocimientos específicos. "En mi familia no había tradición apícola, aunque mis padres sí son ganaderos y eso me pegaba al campo. Empecé en el mundillo como un hobby, me gustó y enganchó, como todo aquel que se mete en él. Y desde el año 2015 es mi modo de vida, la miel tiene mi dedicación exclusiva", resume el apicultor. 

La Abella Chistabina tiene en el mercado variedades de romero, milflores y  alta montaña. Y los años propicios también comercializa de tomillo y de encina. "Aunque una de ellas haya sido galardonada, para nosotros todas tienen su importancia, y también su parcela de clientes", cuenta Ferrer, quien recuerda el hecho de que una variedad salga o no a la venta cada año "depende del clima, porque unas lluvias en medio de una floración hacen que las abejas no puedan recoger néctar y una sequía importante supone que las plantas no florezcan".

De hecho, el sector está especialmente desarmado ante el cambio climático. "Nos afecta mucho. porque los fenómenos climáticos son más extremos y las estaciones modifican sus condiciones habituales, lo que impacta de forma directa en nuestra producción", lamenta.

Pese a esa dependencia de la pluviometría y del termómetro y de que se trata de una profesión "dura y que requiere de muchas horas de trabajo", Ferrer destaca la cara más amable de su dedicación: "Es muy satisfactorio hacer tu propio producto en un paraje como este, poder ver los amaneceres y atardeceres...".

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