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Mas Cavalls 2017 y La Masía 2019, dos sugerentes añadas de Marimar Estate

La bodega californiana de la familia Torres presentó esta semana los vinos, elaborados a solo diez kilómetros del océano Pacífico.

Mas Cavallas 2017, un magnífico pinot noir, y La Masía 2019, un chardonnay fresco y afrutado.
Mas Cavallas 2017, un magnífico pinot noir, y La Masía 2019, un chardonnay fresco y afrutado.
Heraldo

La bodega californiana Marimar Estate, de la familia Torres, presentó esta semana las dos nuevas añadas de sus monovarietales Mas Cavalls (2017) y La Masía (2019), dos sugerentes vinos elaborados a partir de uvas con una influencia directa del océano Pacífico. No en vano, los viñedos se encuentran en el oeste del territorio, a poco más de diez kilómetros del océano Pacífico.

El primero es un pinot noir soberbio, "otoñal y gastronómico", como lo definió la propia Marimar Torres en una cata online que conectó el valle del Russian River con España. El Mas Cavalls 2017 alberga aromas de ciruelas, frutas del bosque y cerezas, con notas de sotobosque y clavo. En paladar es intenso y voluptuoso, con taninos firmes y bien integrados que prometen una larga vida. Es un gran compañero de carnes asadas, de guisos con empaque, pero también de picoteos más ligeros compuestos de quesos o embutidos. El vino, estima la bodega, continuará desarrollándose durante los próximos quince años. 

Las uvas se recogieron entre el 9 y el 13 de septiembre, en el contexto de la cosecha más corta y calurosa de la historia de la bodega. "Justo cuando esperábamos una vendimia tardía, una ola de calor a finales de agosto maduró la uva y el problema fue recogerlo todo antes de que los azúcares subieran demasiado", recuerdan en Marimar Estate.

Tras un prensado mínimo, las uvas fermentaron en tinas de acero inoxidable con levadura autóctona. Después, el vino envejeció en barricas de roble francés, 39% nuevas, de los toneleros Remond, Marchive y Rousseau, del bosque de Bertranges. Fue embotellado, sin filtrar ni clarificar, en agosto de 2018.

La Masía 2019, por su parte, es un chardonnay más bien clásico. Floral, aunque no en exceso, y fresco. En nariz recuerda al melón dulce. Tiene un paso por boca agradable, perfectamente equilibrado, con notas de limón y toques de avellana. La uva, cosechada en una zona fría y marcada por la niebla, fermentó en barricas de roble francés. El vino envejeció sobre sus lías nueve meses.

Las uvas se recogieron del 16 al 28 de septiembre de un año, 2019, marcado por las olas de calor y los períodos fríos. "Pero al final la cosecha fue rápida", apuntan en la bodega. Tras un prensado mínimo con racimos enteros, también fermentaron con levadura autóctona en barricas de roble francés de los toneleros Damy, del bosque de Allier, y Rousseau, del centro de Francia. El vino envejeció sobre sus lías nueve meses y se embotelló en junio de 2020.

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