El acerolo o zerolla, una fruta olvidada

Es un fruto muy áspero y prácticamente incomestible si no está bien maduro. Cuando maduran, caen del árbol y son muy dulces pero también bastante astringentes en el paladar.

Drupas o frutos de acerolo o ‘Sorbus domestica’, de apariencia muy similar a las manzanas.
Drupas o frutos de acerolo o ‘Sorbus domestica’, de apariencia muy similar a las manzanas.
Miguel Carravedo

Será bien difícil que usted encuentre en el mercado esta fruta tan olvidada y en actual desuso como el acerolo. Se ve en zumos, mezclada con otros frutos más comunes. Pues les informo que va a ser enseguida el momento de maduración, que normalmente coincide con la época de las setas de otoño. En tiempos mozos, cuando íbamos a recoger setas por los entornos de sierra de Guara, traíamos ambos regalos de la naturaleza, apreciadísimos en el hogar. Incluso se colgaban en las falsas en forma de collares y constituían un valor energético para los fríos inviernos.

Es un fruto muy áspero si no está bien maduro, incluso prácticamente incomestible; los mejores frutos son los caídos al suelo muy dulces ya, aunque astringentes. Advertir la imagen, hay quien me ha dicho que son manzanas, sin embargo la hoja es totalmente diferente, lobulada, suceso que no pasa en el manzano. En tensino panticuto es llamada también ziroldera.

En España hay dos tipos de acerola. La más gorda responde a la especie ‘Sorbus domestica L.’, un auténtico árbol con una madera excepcional cotizada como el nogal que alcanza la maderabilidad a partir de los 60 años o más. El árbol tarda igual 15 años en dar fruto, partiendo de la semilla. Mal asunto para hacer una plantación, de hecho nunca he visto ninguna, lo que me lleva a pensar que vale más la madera que el fruto.

La madera fue muy solicitada en el pasado para las culatas de las armas de fuego y también en carnicería por soportar muy bien los hachazos del carnicero sin apenas dañarse durante mucho tiempo.

Los frutos del ‘Crataegus azarolus L’ son muy llamativos.
Los frutos del ‘Crataegus azarolus L’ son muy llamativos.
Miguel Carravedo

En el Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA) hicimos años atrás un pequeño banco de acerolas dentro de un proyecto de germoplasma frutal de montaña, financiado por el INIA de Madrid. Pilar Errea fue la directora del mismo y yo me ocupé de higueras y acerolas. De las primeras llegamos a colectar unas 250 variedades diferentes ratificadas por los diferentes ADN; como las varetas tomadas en el campo enraizaban muy bien, el éxito fue apabullante. Vino gente de fuera a ver las plantaciones, que las hubo no solo en los terrenos del CITA sino también en Ejea de los Caballeros, en el llamado Vivero que con gran éxito maneja Jesús Cosculluela.

El acerolo fue otra historia: las varetas no nos enraizaban y las semillas no germinaban. El problema comenzó pronto, aunque hallamos la solución: el cultivo de meristemos. Consiste en clonar las yemas del árbol en tubos de ensayo con agar enriquecido con minerales y hormonas, pero es un proceso muy lento, por lo que se amontonó tal cantidad de trabajo que solo sacamos adelante unos 30 arbolitos. El resto tuvimos que desecharlo. Ignoro totalmente que habrá sido de ellos, aunque intuyo su final. Lamento no haber guardado semillas que, por cierto, parecen complejas de germinar.

La semilla no reproduce el árbol colectado, pero los genes por ahí andan. Increíbles árboles como los de Bárcabo, Alcorisa y otros fueron colectados. Se cuenta que hubo un árbol en un pueblo de Teruel (cuyo nombre no recuerdo) que dio 1.000 kilos en una sola recogida; difícil de creer aunque vi las fotos en blanco y negro.

Existe otro acerolo llamado ‘Crataegus azarolus L.’, mucho mas común en la Península, no así en Aragón, cuyo nombre de la especie, azarolus, induce a confusión con el anterior del ‘Sorbus’. Es bastante más pequeño de tamaño y con sabor a manzana. En cambio abunda en Aragón el ‘Crataegus monogyna L.’, otra acerolita sensiblemente más pequeña pero muy sabrosa.

Comidos en la antigüedad. Ambos frutos, llamados popularmente acerola, majuelo, espino, manzaneta, etcétera, son conocidos y consumidos por el hombre desde la antigüedad al tener un sabor agridulce muy agradable, siendo además rico en vitaminas A y C, así como con abundante ácido ascórbico y dihidroascórbico, tiamina, riboflavina, niacina y sales minerales en los frutos, por lo que se ha utilizado mucho en etnobotánica, tanto para el consumo humano como para combatir o prevenir gripes y resfriados. Incluso se comercializan cápsulas de este producto. Los frutos se consumen crudos. Las flores y hojas se usan en infusión porque se dice que inducen el sueño.

El azarolus tiene tres semillas y el monogyna una. Maduran en septiembre y octubre. La semilla no debe consumirse ni entera ni triturada, es algo tóxica.

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