gastronomía

Cristian Yáñez: “Hacía años que no bailaba mientras cocinaba”

El chef y propietario de La Ternasca ha cerrado durante la pandemia tres de sus cuatro locales y tras retirarse a una masía de Valderrobres ha emprendido un nuevo proyecto culinario en una 'food truck'.

Cristian Yáñez y Álvaro Pradera, junto a la ´food truck` instalada en Valderrobres
Cristian Yáñez y Álvaro Pradera, junto a la ´food truck` instalada en Valderrobres
Guillermo Mestre

Al cocinero y propietario de La Ternasca, Cristian Yáñez, la pandemia le ha roto todos los esquemas. Empezó 2020 con cuatro establecimientos –La Ternasca del Tubo, El de al lado, La Esquina de La Ternasca y La Ternasca de plaza Aragón– y ahora mismo solo tiene abierto el primero. Los demás están cerrados y han dejado tras de sí un importante agujero económico.

“A situaciones difíciles, soluciones radicales”. Este es el análisis de la situación que Cristian hizo a finales del año pasado y que a mediados de enero se tradujo en la siguiente decisión: irse a vivir con su pareja Mariol a una masía a dos kilómetros de Valderrobres “con la única idea de coger distancia de la presión de la ciudad, desconectar e intentar ver la situación con perspectiva”.

La ´food truck` ofrece una propuesta culinaria de calidad de viernes a domingo.
La ´food truck` ofrece una propuesta culinaria de calidad de viernes a domingo.
Guillermo Mestre

En este tiempo de confinamiento, aperturas parciales y cierres temporales, los mayores quebraderos de cabeza se los dio el proyecto de la plaza de Aragón. “Fue la inversión más fuerte y el alquiler era muy alto; apenas pudimos desarrollar las ideas que teníamos ni aprovechar las fiestas del Pilar, un auténtico desastre”.

La gota que colmó el vaso fue la orden de desahucio que recibió y la reclamación de siete meses de alquiler. Volver a abrir le suponía un desembolso de más de 90.000 euros después de asumir una costosa reforma. “Finalmente llegué a un acuerdo, pero el dinero del traspaso y de la obra lo he perdido”, comenta.

La ´food truck` se encuentra en la explanada donde se celebra la feria ganadera.
La ´food truck` se encuentra en la explanada donde se celebra la feria ganadera.
Guillermo Mestre

La crisis sanitaria también se ha llevado por delante La Esquina de La Ternasca y El de al lado, que abrió sus puertas el 14 de febrero de 2020 y a los pocos días tuvo que cerrar. “La Ternasca del Tubo es la única que ahora mismo está abierta, pero sin barra ni terraza apenas caben 18 personas”, explica el cocinero. Tras la marcha a Valderrobres, su madre y su hermana le echan una mano en este local.

La opción de la masía surgió a través de Álvaro Pradera, “un buen amigo que tras la crisis de 2008 traspasó los establecimientos de La Comarca del Matarraña que tenía en Zaragoza y tomó la misma decisión”. “Conseguimos un buen alquiler –prosigue– y allí hemos pasado el invierno y recibido la primavera”.

Al principio, su intención no era emprender una nueva andadura hostelera, pero hace unos meses Cristian Yáñez trasladó a Teruel la 'food truck' que desde hace cinco años utilizaba como imagen de La Ternasca. “Es un Avia de 50 años que la Guardia Civil empleaba para el traslado de presos –explica–, tan solo quería restaurarla, pero un día surgió la pregunta: ¿podríamos hacer algo en el pueblo, no?”.

Cristian y Mariol, junto a la masía donde llevan viviendo cinco meses.
Cristian y Mariol, junto a la masía donde llevan viviendo cinco meses.
Guillermo Mestre

Cristian y Mariol hablaron con el alcalde de Valderrobres y todo fueron facilidades. “Nos cedieron un espacio pagando un módico canon donde se celebra la feria ganadera y probamos”. Ya llevan unas semanas trabajando en una zona con 40 mesas al aire libre “y a pesar de que la meteorología no ha acompañado, estamos muy contentos”.

Trabajan de viernes a domingo y las expectativas son buenas. “Esta zona recibe muchos visitantes catalanes y valencianos –comenta el cocinero de La Ternasca– y de cara al verano seguro que crece la clientela”. Su oferta culinaria, además, es muy atractiva, con bocadillos de pan de cristal de pulled pork tailandés, albóndigas caseras o longaniza trufada con queso azul.

También tienen croquetas de la casa a 6 euros la media docena y raciones de pollo con escalibada y queso o raviolis de gambón con salsa de carabineros. Hace un par de fines de semana le rindieron un homenaje a la chuleta de Iruki. “Compramos un chuletero y con el lomo bajo hicimos tapas; carpaccios con foie y boletus con el solomillo, y de la chuleta sacamos hamburguesas”, explica.

Carpaccio de solomillo con foie y boletus de la carta.
Carpaccio de solomillo con foie y boletus de la carta.
Guillermo Mestre

“Seguro que hasta septiembre nos quedamos aquí –concluye–, en localidades como Beceite y Calaceite también se han interesado por la idea, así que ya veremos en qué termina todo esto”. Este cocinero tiene claro que “se están generando unas posibilidades de negocio en el medio rural muy interesantes”. A él, desde luego, la pandemia le ha abierto los ojos. “Esta experiencia está siendo una desintoxicación total –confiesa–, hacía años que no bailaba mientras cocinaba y no me apetece volver al desasosiego de la gran ciudad”.

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