Un cuarto de siglo de un gran reserva aragonés

Corría julio de 1993 cuando se presentó la primera añada de Viñas del Vero Gran Vos Reserva, la de 1990, cuyas primeras botellas se descorcharon para celebrar, precisamente, la inauguración de la bodega. Durante estos 25 años, el vino de más alta gama de esta bodega ha dado sabor a muchas celebraciones de numerosas familias y grupos de amigos, sobre todo en Aragón, como puso de manifiesto el pasado lunes José Ferrer, gerente y director técnico de Viñas del Vero, durante el almuerzo en el que se conmemoró este cuarto de siglo de vida de Gran Vos, que durante todo este tiempo se ha convertido en uno de los principales protagonistas del panorama vitivinícola español.

Para conmemorar el aniversario, Viñas del Vero organizó una cata muy especial en el Palacio de Larrinaga de Zaragoza, en la que reunió a sumilleres, periodistas y clientes de la firma. Guiados por José Ferrer, los asistentes descubrimos cómo ha sido la evolución en el tiempo de este tinto reserva con 15 meses de crianza, a través de algunas de sus añadas más especiales. Al almuerzo asistieron también Enrique Artasona, director de bodegas del grupo González Byass –al que pertenece la empresa altoaragonesa–; Amparo Cuéllar, ‘marketing manager’ de la bodega, y Diego Mur, ‘brand manager’ o jefe de producto de Viñas del Vero.

Gran Vos 2001

El almuerzo corrió a cargo del equipo de El Cachirulo, comandado por el ‘chef’ Orlando Tobajas. Un blanco Clarión 2014 acompañó los aperitivos, consistentes en jamón de Guijuelo con pan de cristal, suquet de cigala con alioli de manzana y una vieira con berenjenas y jugo de gamba e ibérico.

Los dos entrantes –roast beef de ciervo con rebozuelos, frutos rojos y romero; y queso, trufa y hongos–, se regaron con el Gran Vos 2011, un vino del que Ferrer está especialmente orgulloso porque fue reconocido como el mejor vino del Somontano en la última edición de Mundus Vini, uno de los grandes certámenes internacionales, lo que le abrió las puertas a nuevos mercados internacionales. En nariz afloran una gran cantidad de matices que invitan a descubrir la amplitud que despliega en la boca. Es un brillante ejemplo de lo que se considera un tinto reserva moderno.

El plato de hígado a la brasa y pies de cerdo que llegó a continuación se combinó con la añada 2006 del vino homenajeado. En este caso, se mostró como un tinto de corte más atlántico que el anterior, con una gran riqueza aromática que iba desde tonos frutales, como moras y arándanos en confitura, hasta especiados, como hinojo y regaliz, sobre notas del tostado del roble en el que envejeció. En boca, destacó por su equilibrada acidez.

El gran año 2001

El último plato, consistente en un solomillo de ternera a la brasa con patatas suflé, fue regado con Gran Vos 2001, considerada una de las grandes vendimias del Somontano. Pese a los 17 años transcurridos, el vino estaba en perfecto estado, exhibiendo de entrada un atractivo color rubí profundo con reflejos picota. Complejos aromas y equilibrio y armonía determinaron su paso por el paladar.

El postre de ganache de chocolate negro con aceite de oliva y sal Maldon dio paso al Gran Vos 2012, la última añada comercializada, todo "un bebé", en palabras de Ferrer, con un perfil espectacular y con una larga vida por delante.

"Armonía, seriedad y complejidad han definido la historia de Gran Vos, que, en aragonés antiguo, significa ‘gran vino’", concluyó el enólogo y gerente de la bodega, quien resaltó que su trayectoria está muy ligada al Gran Vos pues comenzó a trabajar en la bodega justamente cuando salió la primera añada.

Deseamos que este competente enólogo siga comandando durante muchos años más el equipo técnico que ha hecho de este y otros vinos de la bodega referencias de la Denominación de Origen Somontano.

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