Insectos o pieles y cartílagos de cerdo, entre los principales ingredientes de las chucherías

Estos alimentos son la debilidad de pequeños y mayores, pero esconden muchos componentes que ni siquiera imaginas.

Pese a que a nivel nutricional no son recomendables, el consumo de chucherías en España es muy elevado.
Pese a que a nivel nutricional no son recomendables, el consumo de chucherías en España es muy elevado.
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Pese a que a nivel nutricional no son recomendables, las chucherías son una de las mayores debilidades de pequeños y mayores. En su justa medida y teniendo en cuenta que su abuso puede provocar diversos problemas de salud, como la aparición de caries (una problemática que afecta al 33% de los menores de 5 años y al 95% de los adultos jóvenes), estos alimentos son el acompañamiento perfecto para casi cualquier plan. Vuelven loco a todo el mundo, pero ¿sabes realmente de qué están hechas?

Su ingrediente estrella en un principio no tiene misterio: el azúcar. Las gominolas están compuestas por un 50% de azúcares y jarabes de glucosa, extraídos de diferentes alimentos -como la remolacha, el coco o la palma- y por gelatina, que les proporciona su textura tan característica. Esta sustancia, que se obtiene del colágeno del tejido animal (hirviendo, triturando y disecando la piel, los cartílagos y las articulaciones porcinas y bovinas), puede sustituirse por pectina, un gelificante de origen vegano, producido a partir de la fruta sobre todo de manzanas y cítricos.

Junto a estos componentes, para que las gominolas obtengan la forma de sus moldes y su brillo, se utilizan grasas y cera de abeja. Además, también se usan claras de huevo o proteínas en la elaboración de productos muy populares, como las clásicas nubes. Para conseguir el color y el sabor deseado se recurren a diversos ácidos (que no resultan perjudiciales en su justa medida) y a diferentes tipos de colorantes artificiales y naturales. Las empresas se decantan cada vez más por los segundos, que provienen de vegetales, plantas y, en algunos casos, de insectos -estos pequeños animales son la última tendencia gastronómica que se puede encontrar en grandes superficies-. Por ejemplo el carmín se obtiene de unos pulgones conocidos con el nombre de ‘cochinillas’.

La versión sin azúcares, más cerca que nunca

En los últimos años, se está trabajando por conseguir una versión más saludable de estos alimentos. Así, se incluyen algunas composiciones con zumos de frutas, con complementos vitamínicos o sin gluten, que se situarían en el color naranja del semáforo de celíacos, permitiendo así que puedan disfrutar de este pequeño 'placer' sin riesgos. Pero los avances van mucho más allá. Una investigación, realizada en el Instituto Universitario de Ingeniería de Alimentos para el Desarrollo de la Universitat Politècnica de València, ha desarrollado una golosina sin azúcar. Este producto, tipo nube, no incluye en su composición glucosa. En su lugar tiene isomaltulosa, otro edulcorante que aporta dulzura al caramelo pero no provoca caries, y oligofructosa, una fibra de sabor dulce.

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