De Bodegas Almau a Callizo pasando por la Hospedería El Batán

La presidenta de Arame, María Jesús Lorente, recomienda algunos de los establecimientos donde degustar diversas especialidades.

Un rato distendido en Bodegas Almau, donde degustó unas tapas.
Un rato distendido en Bodegas Almau, donde degustó unas tapas.
Raquel Labodía

La charla con la presidenta de Arame, María Jesús Lorente, se ha desarrollado en la terraza de Bodegas Almau. "Es como mi segunda oficina –confiesa–, está al lado del despacho y es uno de mis locales de referencia, como el Tubo, en general". Para el picoteo de media mañana se decanta por el pincho de tortilla, "que en Almau lo preparan de diez". Y, de vez en cuando, por alguna de sus tostadas, como la de queso batido, anchoa, confitura de tomate y virutas de chocolate, premiada en un concurso de tapas. "Me encanta la explosión de colores, sabores y texturas". Para María Jesús Lorente, finalizar la jornada laboral y juntarse a media tarde a tomar un vino y una tapa con unos amigos es una terapia que aconseja poner en práctica habitualmente. "Para mí es algo básico, forma parte de mi cultura y de mi ADN; lo he aprendido en casa y resulta fundamental en mi vida".

Es por ello que se anima a recomendar unos cuantos escenarios que le gustan. En el Tubo, Meli-Melo es otro de los que visita con asiduidad. En Huesca, le vienen a la memoria los buenos ratos que ha pasado en el restaurante Callizo, en la plaza Mayor de Aínsa. "Siempre que quiero darme un capricho, allí que voy". También se decanta en la provincia oscense por Ana Acín y su reinvención de La Venta del Sotón. "Lo está haciendo magníficamente, como los tres restaurantes que tienen estrella Michelín".

Teruel no lo conoce tanto, pero en la capital elige el restaurante La Menta. Además, prosigue, "en cualquier rincón del Maestrazgo se come bien, como en el hotel Balfagón de Cantavieja". También cita la Hospedería El Batán, en Tramacastilla. "Tiene mucho mérito el trabajo que están realizando Sebastián Roselló y María José Meda hasta convertirse María José en una extraordinaria chef". El batán era un lugar donde se trabajaba la lana "y en tiempos mi familia estuvo relacionada con esta actividad". Por ahí también se activan algunos de sus recuerdos y emociones.

Alrededor del mundo del vino reconoce que se ha producido una evolución en sus gustos. "Pertenezco a una generación que era más de cerveza y calimocho, pero lo he ido descubriendo y me apasiona". Ahora mismo, si tuviera que elegir una variedad, se queda con la gewürztraminer. "Llegué a estos vinos cansada de los tintos; probé el Viñas del Vero y lo tuve claro; aprendí cómo se elabora y es uno de los que más me gustan".

Eso sí, está abierta a conocer nuevos productos. "Las bodegas de Cariñena están haciendo las cosas muy bien y, recientemente, probé el vino ecológico Generación 20 de Témpore, elaborado con la variedad garnacha y con 14 meses en barrica de roble, y me dejó impresionada; me encanta y aplaudo la evolución que está teniendo la garnacha y los vinos que se elaboran con ella en Cariñena, el Campo de Borja y Calatayud".

A María Jesús Lorente también le gusta comer o cenar con cava y a la hora de hacer una recomendación se queda de nuevo en Aragón. "El Monasterio de Veruela Reserva de Bodegas Ruberte es, sencillamente, espectacular".

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