¿De cuántas formas sabes cocinar una patata?

Es uno de los alimentos básicos de toda despensa, y son muchas las maneras de sacarle partido en la cocina.

Las patatas son uno de los alimentos más ricos en potasio
Además de ser un producto delicioso se cocine como se cocine, las patatas son muy ricas en potasio.

La patata es uno de los productos más habituales de las cestas aragonesas, pues, además de ser un producto muy versátil que sirve de guarnición para innumerables recetas, es un tubérculo rico en hidratos de carbono, vitamina C, potasio y fibra imprescindible en una dieta equilibrada (siempre y cuando se consuma con moderación y evitando el exceso de frituras y procesados). Sin embargo, a pesar de la popularidad y las propiedades de esta delicia venida de América, no todo el mundo conoce las posibilidades de este básico de nuestra cocina, y lo condena siempre a ser el eterno acompañante de otras preparaciones. Pero no hay que perder de vista que la patata, bien cocinada y siempre en su punto, puede ser la protagonista indiscutible de la mesa.

La perfección de la patata...

Asada. Es una de las recetas más clásicas y fáciles que se pueden hacer con una patata, y permite, una vez lista, rellenarla de tantos ingredientes como cada comensal desee. Solo hay que precalentar el horno a temperatura máxima, mientras se aprovecha para lavar las patatas, envolverlas con papel de aluminio y hacerles una abertura en la que se puede introducir aceite de oliva o una pequeña cantidad de mantequilla, sal y pimienta. Después solo hay que meterlas en el horno un mínimo de media hora (si la patata es pequeña) hasta que tenga la textura deseada (lo mejor es ir pinchando la patata para comprobar su estado). Cocida. Esta elaboración es una de las más utilizadas, pues la mayoría de guisos cuentan con la presencia de la patata cocida. Para lograr un resultado perfecto, y evitar que quede demasiado dura o blanda, hay que lavar la patata a conciencia (sobre todo si se va a cocinar con piel), trocearla y ponerla en una olla de agua fría con sal, para que esté a remojo antes de la ebullición. Cuando el agua rompa a hervir, hay que bajar la temperatura del fuego y dejarla cocinar hasta que al introducir un tenedor este entre y salga con facilidad. Por último, hay que dejarla enfriar en la olla en la que se ha cocido. Al vapor. Es una de las cocciones más saludables de la patata, ya que se puede disfrutar sola si se ha especiado bien. Para conseguir un buen resultado hay que elegir patatas de tamaño pequeño previamente lavadas, que hay que envolver en papel de film sin que se toquen entre ellas (como si se hiciese una ristra de salchichas), e introducirlas en el microondas durante diez o quince minutos.  Frita. Aunque la mayoría lo desconoce o no lo pone en práctica, el auténtico truco del crujiente y dorado de las patatas es la doble fritura y el tiempo en frío de espera entre ambas para conseguir que queden perfectas. Es importante hacerlas en aceite muy caliente y de calidad, y que las patatas estén cortadas en bastones del mismo tamaño, para evitar que unos estén más hechos que otros.  A la plancha. No es la manera habitual de disfrutar de este tubérculo, pero lo cierto es que se saca mucho partido a su sabor, pues solo hay que cortarlas en rodajas finas para que se hagan rápido, ponerlas en una plancha untada ligeramente con aceite y vuelta y vuelta hasta que estén doradas. Después, se pueden aliñar con cualquier vinagreta casera para darles más sabor.  Ir al suplemento de gastronomía

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