La fórmula del huevo frito perfecto, ¿la conoce?

Más o menos hecho y con guarniciones variadas, la realidad es que siempre está bueno. Pero conseguir la excelencia (clara bien hecha, yema líquida y puntas crujientes) no está al alcance de todos... ¿o sí?

La puntilla dorada es una de las características del huevo frito ideal.
La puntilla dorada es una de las características del huevo frito ideal.

Hace las delicias de mayores y pequeños, combina con centenas de guarniciones y, además, es una cena rápida ideal para poner fin a un día de trabajo o de colegio. El huevo frito forma parte del pasado y el presente gastronómico de la mayoría de los aragoneses y son pocos los que se resisten a disfrutar en dos tiempos (la yema y después la clara, o viceversa) de una de las formas más cotidianas de cocinar el huevo. Pero, a pesar de su popularidad, y de que la mayoría conocen las técnicas culinarias que hay que poner en práctica para hacer un huevo frito, conseguir la perfección no es nada sencillo.

Entre los ingredientes esenciales para conseguirlo nunca deben faltar un huevo de tamaño grande (para no acabar con esta delicia en dos bocados), tres cucharadas de aceite de oliva (o 30 gramos de mantequilla para quienes prefieren la receta francesa) y sal y pimienta para alegrar la yema una vez que esté cocinado. Respecto al acompañamiento, cualquier receta le pega: croquetas 'gourmet', empanadillas, ensaladas variadas acompañadas de vinagretas caseras y, por supuesto, las clásicas patatas fritas doradas y crujientes que tan bien combinan con el huevo frito.

¿Por dónde empiezo para conseguir un huevo frito de diez?

Lo primero que hay que hacer es elegir una sartén de tamaño pequeño (para evitar que el huevo se desparrame y conseguir una forma redondeada) y poner a calentar el aceite. Con cuidado de no romper la yema, se echa el huevo directamente a la sartén y se baja el fuego a la mitad para no quemar la cara posterior y dejar parte de la yema y la clara crudas. Así, solo quedará esperar hasta que la segunda adquiera la tonalidad blanca que se desea en todo huevo frito y la yema pierda la viscosidad exterior pero no la interior para que pueda disfrutarse untándola con pan.  Con ayuda de una espátula, y después de subir el fuego al máximo, toca salpicar con el aceite de la sartén los bordes del huevo para conseguir la deliciosa puntilla dorada y crujiente que tan bien sienta a esta preparación. Ya solo queda sacarlo del fuego y salpimentar al gusto después, para evitar que la yema quede gomosa y pierda sabor. Ir al suplemento de gastronomía

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