Cariño y solidaridad entre brasas

Carlos Gilarte, del asador Los Gigantes, dedica la hazaña a sus padres.

Carlos Gilarte, con su hermana Yolanda –derecha–_y su sobrina Rocío.
Carlos Gilarte, con su hermana Yolanda –derecha–_y su sobrina Rocío.
Guillermo Mestre

Casi 300 kilos de carne de cordero y ternasco y 150 kilos de carbón natural consumidos. Esas son las impresionantes cifras de la hazaña que culminó el pasado miércoles  29 de noviembre Carlos Gilarte, propietario del Asador Los Gigantes, de Zaragoza, que consiguió estar 48 horas seguidas asando carne.

Una vez conseguido terminar el reto e inscribir su nombre en el récord Guinness, Gilarte dedicaba la acción a sus padres, ya octogenarios, porque le han ayudado en sus proyectos hosteleros, desde que comenzó haciéndose cargo de un bar, en 1993.

Embargado por la emoción, el propietario de Los Gigantes, al que ayuda en las labores de cocina y sala su hermana Yolanda, recordaba cómo "cuando decidí coger en traspaso el bar Carlos, que está puerta con puerta con el asador (en la calle Fueros de Aragón de la capital aragonesa), mis padres me prestaron diez millones de las antiguas pesetas, que era mucho dinero en aquellos años". Y no solo eso, sino que su padre y su madre le ayudaron aportando su trabajo en los principios del negocio. "Nunca les había dicho te quiero, y con este reto se lo digo de todo corazón y les agradezco todo lo que han hecho por mí".

De modo que el récord alcanzado por el hostelero zaragozano especializado en cocina de brasas tiene mucho componente de cariño, además de solidaridad, pues una buena parte de la carne asada se donó a la Hermandad del Santo Refugio. En la mañana del miércoles se llevaron unos cuantos kilos, correspondiente a la carne asada durante la madrugada, para repartirla en la comida del mediodía. Una vez cumplido el plazo de dos días seguidos asando carne, se llevaron la que quedó y no se haya consumido en el comedor del establecimiento.

Esta es la segunda ocasión en que Carlos Gilarte se ‘encerraba’ en su cocina para poner en práctica una iniciativa que, como es lógico, también tiene una finalidad publicitaria para su negocio. El año pasado estuvo 24 horas asando carne en una acción similar. Fue una especie de ‘ensayo’ para afrontar el plazo de 48 horas que le ha permitido establecer el récord, que hasta ahora estaba en posesión de un mexicano, con 36 horas.

En solitario

Este año, al contrario que en 2016, no ha contado con el apoyo de ninguna empresa patrocinadora. Él mismo sufragó todo el costo de la iniciativa, aunque pudo comprar a buen precio por la cantidad de carne adquirida. El precio que los comensales pagaron por consumir la carne en el establecimiento es de 15 euros el kilo, lo mismo que cuesta en la carnicería. Gilarte reconocía que tuvo que rechazar mucha demanda de carne para llevar porque la única forma de cuadrar las cuentas era con el beneficio obtenido con la bebida y los complementos, como ensaladas o postres, que consumían los clientes que se acercaron hasta el asador Los Gigantes para participar en tan original iniciativa.

Ahora queda pendiente que la organización del Guinness, que acusó recibo de la organización de este desafío culinario, reconozca el resultado y lo inscriba en el registro de récords.

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