Calanova: con aires y sabores del Mediterráneo

Arroces, platos para compartir, carnes y pescados de calidad, postres muy bien elaborados y una puesta en escena divertida. Así es Calanova.

Ángela Blaga (segunda de la cocina), Marisa Cenzano (encargada) y Pedro Moreno, el chef.
Ángela Blaga (segunda de la cocina), Marisa Cenzano (encargada) y Pedro Moreno, el chef.

Calanova es el nombre de un nuevo establecimiento –algo más que un simple bar restaurante– que ha abierto hace unas semanas en la avenida de Cesáreo Alierta. Sus responsables pretenden que llegue a convertirse en un espacio polivalente, en el que los clientes puedan tomar el desayuno trabajando con su ordenador en una mesa alta, disfrutar de un aperitivo y unas tapas o bien comer o cenar y tomarse después una copa o un combinado.

En lo que respecta a la oferta gastronómica de Calanova, el propio nombre del establecimiento ya sugiere alguna de las líneas básicas por la que discurre su filosofía culinaria, ya que suena a cala, a luminosidad, a verano y playa, a sabores mediterráneos –por ejemplo, con arroz como base–, a alimentos limpios y saludables. El cliente encuentra una carta en la que predominan los platos para compartir y en la que también juega un papel importante la puesta en escena, por lo que hay bastantes platos que se terminan delante del cliente, como es el caso de la ensaladilla rusa ‘acábala tú mismo’. También el postre torrija líquida con helado de canela y cóctel lácteo o los huevos Calanova que se terminan a la vista del comensal haciendo un cóctel con los huevos, patatas, carabineros y su crema.

Esta última es una de las abundantes opciones para picar, apartado en el que hay propuestas muy clásicas –como las tablas de jamón y de quesos, los nachos, o las bravas y cremas– y otras que son bastante innovadoras y divertidas, como el carpaccio de solomillo de vieira infusionada en ponzu y crispis de jamón con crema agria, o el pulpo a la brasa con parmentier de patata, langostino al ajillo y cristal de judías verdes.

La apuesta por los productos de temporada y de cercanía queda bien patente con creaciones como el bol de hummus trabado de pepino mentolado y pan de pita, ‘nuestra huerta de temporada’ o la tempura de verdura y langostinos con lactonesa de teriyaki y sésamo.

Arroces y pastas

Como ya se ha apuntado, el amplísimo universo del arroz es una de las bazas de Calanova. Apuntamos el arroz caldoso con bogavante, el arroz del señorito, el arroz de trompeta negra, la fideuá al estilo arroz negro y un sabroso y excelente arroz de carabineros.

Mirando hacia Italia, se ofrece el risotto de setas de la región y láminas de queso de Albarracín con crema de calabaza viola, así como los canelones finos de gallina trufada, crema de sus carcasas y remolacha en texturas o el mix de pasta fresca y tallarines de mar con salteado de tomate seco y pesto de albahaca.

En el apartado de pescados, la carta recoge sendas creaciones con atún –un tataki acompañado de noodles y chucrut–, con corvina salvaje y con bacalao.

Para quien prefiera carne, hay entrecot con patatas y piquillos, picaña a la brasa, presa ibérica o albóndigas de longaniza glaseadas a fuego lento.

Indispensables son los postres artesanos que salen de la cocina, en la que oficia el chef Pedro Moreno. Por ejemplo, unos exquisitos tocinos de cielo con galleta en texturas o el helado de chicle, que nos transporta a los añorados sabores de la infancia.

La carta de vinos está muy compensada con la presencia de vinos de las cuatro denominaciones de origen de Aragón y de otras españolas, como Ribera del Duero, Rioja, Rueda o Rías Baixas.

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