Vermut, comida de pícnic y copa playera en Mandanga de la Buena

Tras el rodaje necesario, la semana pasada se presentó a la prensa un nuevo y original proyecto hostelero. Se llama Mandanga de la Buena.

Una cesta al centro de la mesa con los pícnic más consumidos.
Una cesta al centro de la mesa con los pícnic más consumidos.
E. Bueso

El polifacético Óscar Vicente, más conocido como Antílope, presentó la semana pasada a la prensa su nuevo proyecto gastronómico: el gastrobar Mandanga de la Buena. Se basa en ofrecer a los clientes tres ambientes y tres momentos diferentes, aprovechando los tres niveles que tiene el local, para disfrutar del ocio sin salir de un mismo espacio: vermut, restaurante y coctelería.

Está ubicado en los bajos del edificio ubicado en la calle de Contamina, 7, en la manzana en la que estuvo situada la sede de la antigua orden del Temple. De esa época, siglos XII y XIII, perduran la bodega y los caños del nivel inferior. Algunas familias de la nobleza, como los Contamina o los Pérez de Toledo, ocuparon posteriormente el edificio. En épocas recientes, hasta 1976, estuvo el colegio de San Felipe.

Óscar Vicente y la sumiller Lorena Verón, en la zona de coctelería de Mandanga de la Buena.

Óscar Vicente y la sumiller Lorena Verón, en la zona de coctelería de Mandanga de la Buena. E. Bueso

En la primera planta se encuentra la vermutería al más estilo 'teleclub', donde se pueden degustar recetas tradicionales con el huevo-gamba en sus diferentes versiones, así como salmueras, torreznos de Soria y unas exquisitas e imprescindibles croquetas de huevo frito y trufa blanca.

Bajando las escaleras, en el siguiente nivel hay un restaurante muy peculiar con una cocina descubierta y una decoración muy 'vintage' que intenta trasladar a los comensales a los años de su infancia o adolescencia. También el concepto de lo que se sirve principalmente enlaza con el desenfado infantil, pues se nos propone comer con la mano los bocados que nos sirven en una cesta, al más puro estilo del pícnic campestre.

Los platos estrella del 'Japy mil', como bautizan estos pícnics, son las patas de calamar crocante, el pastelito Arzak con mahonesa de yuzu, zamburiñas-coco-sriracha, tartar de salmón en crujiente de pan de sal, y bombón de civet de ciervo, mistela y ciruelas. Especialmente sabrosos son el muslito de codorniz cremoso, el cogollico tierno con 'tzaziki', la costilla de cerdo lacada en teriyaki, el 'Loly pop' de foie y caramelo de higo, y la 'mini patata de las ferias'. Luego se pueden degustar platos de la carta como los cangrejos de piel blanda en tempura, el 'risotto' de pastina con jamón de Parma o las albóndigas de buey con salsa de foie.

El nivel más subterráneo se llama Salou y consiste en un original chiringuito con arena de playa y el sonido del mar potenciando los sabores de los cócteles que se sirven, como la 'Pomada': ginebra de Menorca con granizado de limón, enebro y cardamomo.

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