Blanca Rodríguez: "Creemos que todo está inventado y no es cierto"

Las recetas de las hermanas Rodríguez han triunfado en el mercado por sus tres ingredientes principales: garnacha, creatividad y constancia.

Las hermanas Blanca y Mari Carmen Rodríguez, propietarias del restaurante Rodi.
Las hermanas Blanca y Mari Carmen Rodríguez, propietarias del restaurante Rodi.
Gabi Orte

Blanca Rodríguez recuerda los nervios que ha pasado desde que recibiera la noticia: ella y su hermana Mari Carmen, propietarias del restaurante Rodi de Fuendejalón, han sido galardonadas con el premio Con Mucho Gusto a la innovación agroalimentaria. "Estamos encantadas, llevamos trabajando toda la vida, innovando, creando y, después de muchos ensayos, han llegado los garnachicos, que han sido un furor".


Blanca Rodríguez es quien amasa las nuevas recetas y Mari Carmen quien tiene visión comercial. Juntas conforman un armónico equipo que ha dado una segunda vida a la garnacha a través de productos como el mazapán o la sal de vino. "A veces creemos que todo está descubierto y es o no es cierto", continúa Blanca. "Yo no me puedo quedar quieta y siempre estoy mezclando cosas en la cocina, así han nacido la sal de vino y los garnachicos".


Una materia prima versátil

Mazapán de vino, sal de garnacha, turrón, mermelada, tartas, garnachicos... Si la creatividad de la cocinera no tiene límites, la garnacha tampoco los pone.

Los mazapanes azucarados de la marca Rodi elaborados a base de este ingrediente estrella nacieron como decoración de una tarta, y hoy son un producto independiente en el mercado.


Es la clave de las recetas de estas dos hermanas: un trabajo artesano basado en el trabajo diario, la creatividad en la cocina y por supuesto, la variedad de uva más popular de estas tierras, la garnacha. "Cuando se me ocurre algún nuevo producto, es mi hermana la que propone invitar a los clientes a probarlo junto con el café y, según las críticas, poco a poco lo incorporamos al menú del restaurante".


Dulce y salado

La maña de Blanca con el mazapán prevalace desde su infancia, tanto, que se ganó el apodo de su hermano de "La Jijonenca", bromea. Con los garnachicos, un bocado dulce con apariencia de esta variedad de uva, hace gala de su destreza con el mazapán azucarado.


Por su parte, la sal de garnacha destaca por ser un producto ecológico y por su peculiar origen. "A pesar de ser sal, no es marina. Proviene de las salinas de un manantial". Obtenido el condimento, queda su paso por las manos de la cocinera para que reciba su toque de garnacha, que la hace tan especial.


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