Un mundo de sensaciones alrededor del ternasco

El Club del Ternasco inició su actividad en el restaurante zaragozano La Prensa con un menú degustación exquisito.

Canelón de jarrete, boletus y trufa.
Canelón de jarrete, boletus y trufa.

El Club del Ternasco de Aragón acaba de echar a andar agrupando a una selección de establecimientos aragoneses en los que se puede disfrutar de propuestas gastronómicas basadas en este producto tan aragonés distinguido con indicación geográfica protegida (I. G. P.). Su puesta de largo tuvo lugar la semana pasada en el restaurante zaragozano La Prensa, donde se preparó un menú degustación con exquisitas creaciones de la cocinera Marisa Barberán, perfectamente maridadas por su marido y jefe de sala, David Pérez, con vinos regionales de garnacha, aprovechando que esta semana se ha desarrollado en nuestra tierra el Concurso Mundial de Garnachas.


Barberán preparó un menú equilibrado que puso de relieve las infinitas posibilidades de esta carne de cordero en la alta cocina cuando se pone empeño, imaginación y trabajo.


Comenzó con un jamón de ternasco (sí, jamón, como lo leen) verdaderamente sabroso y sorprendente, hasta el punto de que ya están tardando los responsables de la I. G. P. en comercializarlo para que puedan disfrutarlo el común de los mortales.


Siguió después un plato de pescado consistente en tartar de salmón, ajo negro y guacamole, para continuar con un original yogur de morcilla de ternasco –otra creación derivada del cerdo a priori imposible en el ovino–. Después, se intercaló otro plato sin ternasco, para no sobrecargar el paladar con el sabor de este cordero, consistente en un combinado de foie, mango y curry. Los dos últimos entrantes también fueron un alarde de creatividad y de buen gusto culinario: un picadillo de ternasco con huevo y una bola de queso rellena de garnacha y rebozada con pipas.


Los platos centrales del banquete se sucedieron como una cadena de sensaciones para regocijo de los comensales: ensaladilla de carrillón (en la que destacaban la patata morada y el pimentón ahumado); bogavante con calabacín y almendra; canelón de jarrete, boletus y trufa; un plato de bacalao con pimiento y aceituna y un churrasco de ternasco con patata y alcachofa.


El postre se tradujo en un plato tan laminero como llamativo: melocotón con vino, en el que destacaba una bomba de chocolate en cuyo interior había una torrija de vino y que se adornó con mazapán.


Los vinos que acompañaron los platos estuvieron a al altura: Garnacha Blanca y Radiante de Bodegas Carlos Valero, Alto Moncayo 2013, y Fagus 2011 de Bodegas Aragonesas, todos de la D. O. Campo de Borja, dos de cuyos responsables asistieron al ágape, al igual que otros del consejo regulador del Ternasco de Aragón.


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