Una vez se posicionó en algunos establecimientos hosteleros, fueron muchos los clientes a los que sedujo con su equilibrio y su armoniosa sinfonía aromática, en la que están perfectamente conjuntadas las notas frutales con las que le aportan los tostados de las barricas de roble. Y de ahí fue extendiéndose por otros muchos bares, tabernas y restaurantes, no solo de Aragón, sino también del resto del país.

"Ballad, dulce harmonía. Equilibrio delicado. Una expresión romántica para los sentidos, Ballad es el ritmo de la Garnacha", reza el cartel con el que la bodega lo promociona. En el reverso de la atractiva botella, se hace mención, además, a que la balada es un género musical que combina poesía y música "en una gentil consonancia y armonía".

A la hora de llevar el vino a la copa, lo primero que llama la atención es su atractivo color rubí con reflejos violetas. Sus aromas predominantes son los frutales, tal y como se espera de una garnacha con este potencial, con fresas, moras y grosellas como notas destacadas. También aparecen ciruelas dulces y algunas frutas del bosque.

El paso por madera se constata con la sutil presencia de aromas balsámicos, vainilla y especias como pimienta y canela.

Para su maridaje, los elaboradores recomiendan acompañarlo, especialmente, con carnes rojas, caza, cordero y quesos.

Resumiendo, todo un acierto de Bodegas Ignacio Marín, una de las empresas vitivinícolas españolas más laureadas en los concursos nacionales e internacionales en los últimos tiempos, pues prácticamente no hay certamen en el que uno o varios de sus vinos obtengan medallas, muchas de ellas de la máxima categoría.

Concretamente, Ballad ha visto reconocida ya su calidad en varias de estas competiciones con medallas de oro, plata y bronce.

Es de esperar que el próximo paso sea su comercialización en tiendas especializadas para que los consumidores podamos disfrutarlo también con la familia y los amigos en nuestras casas.

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