El Trujalico: un clásico del tapeo que vuelve a sus orígenes

?Este bar aspira a convertirse, de nuevo, en un referente del vermú en Zaragoza, como lo fue en los años 80 del siglo pasado.

Daniel y Eva Serrano, Emilio Benito y José Luis Serrano.
Daniel y Eva Serrano, Emilio Benito y José Luis Serrano.
Agencia Almozara

Ha regresado este bar histórico a sus orígenes, a lo que fue cuando abrió sus puertas en 1982: un lugar para el vermuteo del mediodía y el picoteo de la noche. En El Trujalico se pusieron de moda los bocatines, de los que se podían servir más de medio millar en una tarde de sábado. Tanto éxito tuvieron que hoy, su versión moderna –los minis– forman parte de cualquier barra de bar que se precie.


Por avatares del destino, las circunstancias alrededor de este local cambiaron y un público más joven, que quería beber más y comer menos, se fue apoderando de él. Y del nombre. Definitivamente se quedó con el Trujas y la noche y una clientela joven fueron sus protagonistas durante mucho tiempo, aunque siempre con José Luis Serrano y Rosa Cavero al frente.


La nueva vuelta de tuerca llegó hace apenas un año. El ambiente nocturno zaragozano volvió a caer y esta pareja, con su hija Eva al frente, decidió regresar a los orígenes, al antiguo Trujalico y a su tapeo más reconocible.


El lavado de cara lo ha transformado en un local con mucho encanto y a la barra han regresado argumentos gastronómicos de antes y otros nuevos.

Banderillas y bocatines variados

Con cada consumición se regala una banderilla de pepinillo, guindilla, anchoa y olivas, y la carta se presenta con unos precios muy ajustados. La salmuera, que se sirve con hielo pilé, es uno de sus principales reclamos (1 euro). Muy buen precio para una salmuera de calidad que llega desde Salazoneras Aragonesas, en Albalate del Arzobispo.


También han vuelto los bocatines y sus distintas versiones (guardia civil, escabeche con anchoa, boquerón, tortilla de patata, jamón, queso…). Y tampoco falta un buen surtido de fritos, destacando la buena mano que tienen para las bolitas de bacalao (8 unidades, un euro). Unas cuantas raciones clásicas como los platos de jamón de Teruel, queso o curados (3 euros) completan la propuesta de El Trujalico.


Puestos a recuperar tradiciones culinarias, sus propietarios también se han animado a rescatar terminología en desuso. Por ejemplo, la ensaladilla rabanera, que hace referencia al recipiente en el que se sirve, el clásico plato pequeño rectangular y de bordes redondeados. Los vasos que se utilizan para el vermú también recuerdan mucho al menaje ochentero. En contraposición, se mira a los gustos del presente y el futuro con fórmulas como la del medio gin-tonic o negroni con una salmuera, por 4 euros.

El Trujalico

Calle Mayor, 14. Zaragoza

Teléfono: 651 862 841

Horario: de 12.00 a 15.00 y de 20.00 a 23.00. De jueves a sábado, hasta las 2.30

Domingo tarde, cerrado


Ir al suplemento de gastronomía