Hace ya casi cuatro años que Alain Bellemare, un empresario canadiense de Quebec ligado al mundo del vino, llegó hasta el Somontano dispuesto a desarrollar un proyecto de viticultura ecológica atraído por las posibilidades de este territorio. En estos momentos, dispone ya de unas 54 hectáreas de viñedos, varias de ellas en algunas zonas de Somontano mejor dotadas para el cultivo de la vid, en las proximidades de Laluenga y Barbuñales. Cuenta con la participación de Ángel Betés, uno de los técnicos expertos de campo con más experiencia y que mejor conoce los terrenos de la denominación de origen y que fue el artífice de estas plantaciones a finales de los años 90.

La mayor parte de las viñas son de cabernet sauvignon y de merlot –también hay algunas de tempranillo–, de donde años atrás salían unas uvas que formaban parte del coupage de algunos de los vinos más famosos de la denominación. Se trata de fincas con suelos rocosos y pedregosos, con predominio del mallacán, con una altitud próxima a los 500 metros sobre el nivel del mar y con una excelente aireación, lo que facilita una adecuada maduración y permite mantener la sanidad de las uvas con métodos totalmente ecológicos.

En estos momentos, Bellemare está extendiendo la superficie de cultivo con plantaciones de garnacha y de chardonnay, a partir de clones muy seleccionados.

Además del viñedo, este empresario se hizo con la mayoría de la bodega familiar Villa d’Orta, ubicada en Huerta de Vero, muy cerca de Alquézar, donde se vinifica y se hace la crianza del vino. En la bodega continúan participando Ana y José Antonio Cañellas, hijos del fundador del proyecto, Juan Cañellas.

De allí salen dos vinos con la etiqueta de ecológicos, con la denominación Villa d’Orta Bio, un rosado joven varietal de cabernet sauvignon y un tinto roble de cabernet y merlot, caracterizados por su honestidad y por su agradable expresividad, con una calidad reconocida por muchos aficionados y por varias distinciones en certámenes internacionales.Un tinto diferente

El tinto se hace con dos terceras partes de cabernet y el resto de merlot. Pasa al menos seis meses de crianza en barricas de roble francés (70%) y americano. Es un vino potente y refinado, muy redondo, todo un descubrimiento para quienes buscan vinos con personalidad y alejados de los estándares. Su calidad fue refrendada hace unos meses con una medalla de plata en el prestigioso concurso internacional Seléctions Mondiales des Vins de Canadá.

Además, de la bodega salen varios vinos no acogidos a la calificación de ecológicos: un tinto joven, un crianza y un reserva que tienen un coupage en el que predomina la variedad autóctona moristel, acompañada de tempranillo, merlot y cabernet. También comercializa un cava.

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