Europast, décimo aniversario endulzando pueblos y ciudades

Esta pequeña empresa dedicada a la elaboración de pastelería artesanal sirve a panaderías.

Marisa Madurga y Andrés Torrijo, con algunos de los pasteles que hacen en Europast
Europast, décimo aniversario endulzando pueblos y ciudades
Agencia Almozara

Son pasteleros artesanos y cumplen ahora el décimo aniversario como empresa, Europast, formada por compañeros de un obrador anterior que fue absorbido por una multinacional. En la pequeña nave que ocupan en el polígono industrial Malpica, los ocho oficiales pasteleros, comandados por Marisa Madurga, se han afanado durante estos días en elaborar productos típicos de estas fechas, como el Manto de la Virgen, la piruleta Muerde la vaquilla o el pastel de la vaquilla, llamativo y suculento pastelito.


Son referencias que tuvieron su salida estas jornadas festivas, preferentemente en la capital aragonesa. Pero tampoco descuidan el resto de su catálogo, compuesto por cientos de productos, que se venden al por mayor a panaderías y pastelerías de pequeños pueblos o de ciudades, sobre todo de la provincia de Zaragoza.

Pasteles personalizados

Como recalca Andrés Torrijo, gerente de Europast, quizás lo que caracteriza sobre todo a esta empresa es que personalizan los productos de sus clientes. Por eso mismo, trabajan mucho sobre encargos de panaderías y también de restaurantes, que luego pueden presumir de ofrecer a sus clientes postres caseros y artesanales, algo que responde a la más estricta realidad. Y es que todo cuanto se elabora sobre los mostradores del obrador se hace a mano, y las únicas máquinas que hay son las mezcladoras y batidoras habituales en las más modestas panaderías y cocinas de restaurantes.


Así, podemos ver cómo los oficiales pasteleros elaboran unas tartas de bizcocho redondas rellenas de nata y peinadas con trozos de chocolate. Mientras uno de los pasteleros las parte en dos mitades iguales, otro pasa detrás con una manga pastelera repartiendo buenas dosis de nata en una de las mitades, sobre la que luego se superpone la otra, a modo de tapa. Después, se ‘peina’ el bizcocho con nata por todos los lados y se culmina extendiendo una buena cantidad de virutas de chocolate para que quede lista la que llaman una tarta selva redonda.

?Pastelitos para todos los gustos

Y si la variedad de tartas, brazos y ponches dejaría sin aliento al aficionado a las laminerías más glotón, no le queda a la zaga el amplísimo catálogo de pastelitos, cuya base puede ser una mousse o un bizcocho. Su apariencia es colorista y llamativa, de forma que empiezan a comerse por la vista, y sus denominaciones hacen referencia a sus ingredientes o a su apariencia, a veces digna de un escultor.


Aunque, en ocasiones, el mercado es muy imprevisible y caprichoso –advierte Andrés Torrijo–, señalando un pastel con forma de columna jónica que primero se llamó Cesaraugusta y apenas tuvo aceptación, por lo que le introdujeron algunos pequeños cambios en la apariencia y pasó a llamarse Acrópolis, lo que supuso que los consumidores se fijasen más en él, registrándose un cambio sustancial en el índice de ventas.

Fechas especiales

No en vano los pasteleros son artesanos y también artistas a la hora de fabricar sus tartas y pasteles. Cuando llegue el 1 de noviembre, se pondrán manos a la obra con los dulces típicos de esas fechas según la tradición cristiana, pero también con otros alusivos a la celebración de Halloween. Otros postres especiales se hacen para fechas señaladas como Navidad, Reyes, San Valentín, Santa Águeda o Semana Santa. Siempre productos naturales, de proximidad y de primera calidad, como vainilla natural o ralladura de naranja fabricada por ellos mismos. Y para su conservación, se congelan según el método tradicional para preservar todas las cualidades y propiedades de los ingredientes.


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