Tatau Bistró: alta gastronomía que viaja a la barra del bar

El Tatau Bistró de Huesca ofrece una propuesta gastronómica cargada de matices y muy divertida.

Arancha Sainz y Tonino Valiente, junto al equipo del bar Tatau Bistró de Huesca
Alta gastronomía que viaja a la barra del bar

Este curioso establecimiento es un buen ejemplo de que hay margen para emprender proyectos hosteleros con un aire nuevo y diferente. Tatau Bistró lo es. Desde el nombre ?recoge la pasión de sus propietarios por los tatuajes y la cultura de bar? a cómo conciben su propuesta gastronómica ?cargada de matices y muy divertida? son muchos los detalles que sugieren que el concepto y bastantes ingredientes de la alta gastronomía se han trasladado a la barra para disfrutarlos sobre un taburete.


El local, sin embargo, no ayuda mucho. Es bastante alargado y se va estrechando hacia el fondo, donde hay un pequeño comedor (es necesario reservar). Apenas hay tres mesas altas donde acomodarse y no demasiado espacio útil, pero da la impresión de que incluso las características del establecimiento se adaptan a lo que Tonino Valiente y Arancha Sainz, sus propietarios, buscaban: un proyecto con las dimensiones justas para ser capaces de controlarlo todo sin que nada se les escape de las manos.


En este peculiar bistró la fórmula está bastante definida en sus grandes líneas: gastronomía en pequeño formato, que apuesta por el producto elaborado al momento y por un recetario que desde la tradición admite curiosas interpretaciones. Del Mediterráneo no suelen faltar la gamba roja de Palamós o sushi, tartar y sashimi cuando reciben atún rojo de Ametlla de Mar. Y de tierra adentro, un pichón de Araiz con su paté de campaña y foie o una molleja de ternera con trigueros y jamón. Pero estas propuestas no están siempre (las gambas sí que son habituales), ya que son la temporada o la disponibilidad del producto en cuestión las que marcan la pauta.


Junto a esta cocina de nivel convive otra convencional que da cabida a la presencia de patatas bravas o ensaladilla rusa; eso sí, con un toque especial. Y el recetario más tradicional bien lo podrían representar la versión mini de un cochinillo con su guarnición, los huevos 62 grados con callos a la madrileña o la torrija con pasión y vainilla elaborada con un brioche casero.


Muy interesante resulta la presencia de productos difíciles de ver, como la espardeña, un manjar del fondo del mar pleno de textura y sabor, o los pequeños cefalópodos denominados morralets. Pero este no es sino un pequeño muestrario de lo que Tatau Bistró ofrece. Y digo pequeño porque bastantes de estas referencias cambian con asiduidad y en su lugar aparecen otras de un corte similar.


Además, es habitual encontrar propuestas temáticas o de degustación,vinculadas también al tapeo. Y como dato curioso, cada tres meses se renueva por completo la vajilla, como queriendo apoyar la idea de un establecimiento vivo y en permanente evolución.


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