Restaurante

+Albarracín: informal, dinámico y buen producto

Este espacio complementa a Parrilla Albarracín con una oferta gastronómica informal que no descuida el producto y el trabajo en cocina.

La apertura de +Albarracín, el pasado martes, estuvo muy concurrida
Informal, dinámico y buen producto
ALMOZARA

Del clasicismo a la vanguardia; de una cocina tradicional y de mercado a no descuidar las nuevas tendencias. Así, muy resumidamente, se define el trabajo que el restaurante Parrilla Albarracín desarrolla desde hace más de 20 años de la mano de Juanjo Banqueri, en la cocina, y de Mayte Barra, en la sala. Todo un clásico que acaba de encontrar el complemento perfecto en +Albarracín, un gastrobar con profundas raíces aragonesas.


Tiene toda la pinta de que la suma de los dos espacios –al lado el uno del otro– supone la apuesta definitiva de estos profesionales; un proyecto madurado y asentado en su gran experiencia, que busca la compatibilidad, cubriendo las horas del día que La Parrilla Albarracín no atiende. De ahí el planteamiento gastronómico de +Albarracín: informal, dinámico y actual, en el que conviven la carta tradicional y hamburguesas y bocadillos con un aire muy especial.


Las posibilidades a la mesa son tantas que la carta resulta muy extensa para los tiempos que corren y, además, está bien estructurada. Se puede optar por un buen surtido de tapas y por una minicocina elaborada al momento, donde lo mismo encajan pollo al chilindrón y un chipirón relleno de verduritas, pasas y piñones, que una falsa pizza (la masa está hecha con torta de anís) de paletilla de ternasco con tomates confitados, lascas de queso y sitakes.


El comedor es muy luminoso y a la mesa ha desaparecido el mantel, sustituido por un bajo plato que, unido a una vajilla de corte moderno y funcional, quitan mucho protocolo al hecho de sentarse a comer. El trabajo de la cocina, además, está a la vista del comensal, lo que todavía aporta más cercanía y agilidad en el servicio.


La oferta de la carta prosigue con embutidos y chacinas; encurtidos y conservas; raciones para compartir de migas, croquetas, huevos rotos o boquerones; bocadillos preparados con productos de la tierra, quesos y tostadas. Además, se incluye un apartado de hamburguesas elaboradas con longaniza de Graus, ternasco de Aragón y las especiales de buey black agnus de Nebraska y de buey wagyu criado en Burgos. Propuestas todas ellas que desde la informalidad que no está reñida con el buen producto y el trabajo en cocina, buscan acercarse a un público joven y familiar, o a parejas que les apetezca darse un homenaje alrededor de una Nebraska burguer y una botella de Moet&Chandon por 50 euros.


La carta sigue con ensaladas y los mismos pescados, carnes y postres que se ofrecen en Parrilla Albarracín. Ahí están la paletilla de ternasco que Banqueri borda y los premiados bomboncitos de patas de cordero deshuesados con hongos y menestra de setas de temporada. Y la oferta se completa con cuatro menús: el de temporada (27,50 euros), que prácticamente es una carta a precio cerrado, y otros tres por 10, 15 y 20 euros.


A la hora de beber, destaca la cerveza. Dos tanques de La Zaragozana forman parte del diseño del local e invitan a su degustación. Es natural, no está pasteurizada, conserva todos los aromas y el carbónico no está integrado, por lo que no llena y apetece tomar más de una. Por la noche, la primera copa también tiene su hueco. Baja la intensidad de la luz, cambian los colores y el local se transforma.


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