Restaurante

Eldieciséis: tradición a la mesa y gusto por el detalle

En este restaurante se cuida mucho la imagen, en el plato y en el diseño del local, pero el espíritu de su cocina es muy tradicional.

Elba Pellicena, Esperanza Sánchez y David Montero, en el comedor de Eldieciseis
Tradición a la mesa y gusto por el detalle
ALMOZARA FOTOGRAFIA

Eldieciséis da mucho de sí. Desde el punto de la mañana hasta bien entrada la madrugada, este camaleónico establecimiento muda la piel y pasa de lugar de desayunos a servir tapas y almuerzos, para a continuación ejercer de restaurante y tranquila cafetería de media tarde, y de ahí pasar a los bocadillos, las raciones o las cenas más formales, terminando con las copas. En cualquier caso, en esta ocasión el foco de atención lo vamos a poner en el restaurante, que se ubica en la planta baja, quedando la planta calle para el servicio de cafetería y de copas


A la mesa, la carta resulta más que suficiente; no excesiva, pero muy completa para estos tiempos de recortes, así que hay para elegir. El espíritu de la cocina es tradicional, con pequeñas concesiones, por ejemplo, a la hora de trabajar los carpaccios de atún, buey o manitas y boletus. Entre las ensaladas, a reseñar la que lleva el nombre del establecimiento (crujiente de bacón, champiñón, dados de tomate y rulo de cabra a la plancha); además de dos interesantes versiones de huevos rotos, con carabineros y ajetes tiernos y enmascarados con morcilla de Burgos; también se presta atención a los arroces y, entre las carnes, muy recomendable es una versión del cochinillo crujiente y confitado.


La carta de Eldieciséis se complementa con varios menús, con la presencia de tres de cabecera toda la semana. El del día (16 euros) incluye cinco opciones de primeros y otras tantas de segundos platos. Entre estos últimos se pueden encontrar gratas sorpresas como un civet de ciervo al vino tinto, terrina de steak tartare o un exquisito tataki de atún rojo, con un suplemento de 3 euros. Llama la atención la bodega que se puede elegir para este menú. Hay seis opciones como el Mesache Syrah-Moristel y el Mesache Chardonnay-Gewürztraminer, de la D. O. Somontano; el Carinus Tinto Roble, de la D. O. Cariñena, o dos vinos de La Rioja.


Los otros dos menús son de degustación. Salen tres entrantes al centro y se elige el segundo. Como mínimo, se sirven para dos personas y por calidad, cantidad y precio resultan muy completos. El de 25 euros, por ejemplo, combina una mousse de foie de oca y jamón de Teruel, una ensalada de ahumados y anchoas del Cantábrico y huevos rotos con longaniza trufada y setas al ajillo. Y como opciones de segundo, carrillera ibérica asada en su jugo, entrecot de buey y lomo de bacalao en salsa de cava y almendras, además del postre y la bebida, que es la misma que en el anterior.


En el de 30 euros hay un mayor punto de elaboración que se refleja, por ejemplo, en el risotto meloso de chipirones y langostinos o en el carpaccio de salmón marinado con alcaparrones de Ballobar. Este menú incluye como opciones principales el cochinillo crujiente confitado, además de un medallón de solomillo de ternera y merluza en salsa americana.

En todos los casos se trata de platos que llegan a la mesa con una presentación muy cuidada. Hay, además, un servicio de sala muy profesional. Los jueves por la noche se activa el 'dinner gin', la opción del menú de 25 euros reseñado, que se remata con un gin tonic por cuenta de la casa servido por un experto que maneja con destreza el carrito de los combinados.


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